D.
Felipe Villar Pérez (1917-2003) fue un sacerdote que, tras ser ordenado,
ejerció su ministerio pastoral en Ágreda (cinco años), Fuentestrún (un año),
Calcena (tres años) y Morata de Jiloca (tres años). En 1954, tras obtener la
máxima calificación en el correspondiente concurso oposición, fue nombrado
Párroco de Santa María en Borja.
Fueron
más de 45 años los que permaneció en nuestra ciudad, donde fue el último de sus
párrocos propietarios. Entre sus logros, destaca la celebración del II Centenario
de la Virgen de la Peana, en 1989, con la coronación canónica de la imagen de
nuestra Patrona, llevada a cabo por el Obispo D. Ramon Bua el día de su fiesta.
D.
Felipe había nacido en Beratón (Soria), la primera localidad castellana al otro
lado de la Raya aragonesa que, en aquellos momentos, pertenecía a la diócesis
de Tarazona. Hasta allí se desplazó el pasado domingo D. Enrique Lacleta, con
motivo del recorrido que efectuó, en condiciones meteorológicas desfavorables,
por la cuenca alta del Isuela, río que tiene su origen en Beratón.
Allí
tiene dedicada una calle, en cuyo rótulo se hace constar: “Calle D. Felipe
Villar Pérez. Reverendo. Hijo de Beratón”, testimonio del homenaje que le fue
tributado el 7 de agosto de 2006, cuando ya había fallecido, en el que
intervino, en nombre de la familia, su sobrina Dª. Cecilia Chueca.
En la
plaza Mayor se alza la iglesia parroquial de San Pedro Mártir, donde fue
bautizado, y en el centro de la misma hay un pilar votivo con azulejos
dedicados a la Anunciación, el Nacimiento de Jesús, la Asunción de la Virgen y
la Huida a Egipto.
Hay
otro pilar dedicado a Santa Bárbara en las afueras de la población, que se
adivina en la primera de estas fotografías, precisamente a través de la calle
de D. Felipe Villar. La ermita de la segunda imagen es la de San Roque que, con
la Virgen del Rosario, es Patrón de la localidad.
Y en el cruce de los
antiguos caminos que van a Purujosa, Borobia, y Añón de Moncayo se levanta la
llamada “Cruz de Canto”, uno de los símbolos del municipio.
Porque
ese fue el nombre adoptado por la Asociación Cultural que, durante varios años
editó una revista, de la que fue colaborador D. Felipe Villar. En sus páginas
hemos encontrado varios artículos que publicó. El primero, dedicado a los
Patrones de Beratón, en el nº 2; en el nº 4 insertó otro con una plegaria a San
Roque; muy interesante es el publicado en el nº 5 sobre “Beratón y el Moncayo
en la Literatura” con referencia a diversos autores; finalmente en el nº 6,
aparecido en 2003, comentó la inauguración de las obras de restauración de la
iglesia parroquial, en cuya ceremonia intervino como concelebrante. Al año
siguiente, la revista le dedicó, con el título de “El adiós de un colaborador”
una sentida necrológica, tras su fallecimiento acaecido poco después de la
publicación de su último artículo.
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