Las
obras de restauración de la ermita de Gañarul, en Agón, tanto tiempo esperadas,
se están desarrollando a buen ritmo y, en el transcurso de las mismas se han
efectuado interesantes descubrimientos que han permitido conocer mejor la
historia de la evolución del monumento. Pedro Domínguez Barrios, una de las
personas que más tiempo ha dedicado al estudio de ese pequeño templo mudéjar,
las está siguiendo con interés y nos ha remitido las fotografías que hoy
ofrecemos, junto con otras muchas, al mismo tiempo que nos ha comentado el
cuidado con el que se están efectuando los trabajos.
La primera actuación
fue el completo apeo de las bóvedas mediante numerosos puntales metálicos en
sus arcos, interponiendo entre ambas superficies sopandas de madera (según el
Diccionario de la Real Academia Española recibe el nombre de sopanda la “pieza
alargada horizontal, de madera u otro material, apoyada por ambos extremos en
jabalcones para reforzar otro elemento constructivo que está encima”). De esta
forma se evitaban desperfectos en los arcos y se repartían mejor las cargas.
Seguidamente ya con las
bóvedas seguras, se procedió a la limpieza y desescombrado de su trasdós (plano
superior convexo de una bóveda), para comenzar el cajeado de la coronación de
sus muros perimetrales, con el fin de alojar un zuncho de hormigón.
En la actualidad, el
zuncho de hormigón está ya terminado, sujetando mediante el mismo todos los
muros perimetrales, afianzando la estructura de todo el edificio. Como
comentamos en un artículo anterior, en esta operación, fue preciso demoler el hastial
(triángulo superior del muro testero de un edificio, enmarcado por las
vertientes de su cubierta), del muro de los pies del templo, debido a la
inestabilidad que presentaba, aunque se mantuvo el de la cabecera, tras el que
corre el zuncho.
Por otro lado, en las
zonas de las fachadas más deterioradas, se han repicado las juntas de mortero
en mal estado, y se han rejuntado con el mortero adecuado de arena y cal
hidráulica, todo ello con buena ejecución.
En
estos momentos, ya están prácticamente ultimados los trabajos en los dos testeros
y se avanza en la recuperación de la fachada principal, con el resultado que
puede apreciarse en estas fotografías.
Como
hemos señalado anteriormente, en el transcurso de las obras se han realizado
algunos descubrimientos interesantes. Uno de ellos ha sido la aparición de los
restos del muro testero de la ermita, anterior a la ampliación del último tramo
del siglo XVI. Estos restos asoman también por encima de las bóvedas, y se
trata de un muro de cal y canto que siempre ha mostrado una pequeña parte en la
fachada principal, pero que quienes estudiaron la ermita asociaban con un hueco
cegado con dicho material.
El arquitecto director de la obra ha ordenado
respetarlo en la fachada, como testimonio elocuente de esa ampliación que
también queda de manifiesto por el hecho de que el arco toral que separa el tramo
central y el último, está adosado a dicho muro y no sobre el mismo.
El otro descubrimiento
hace referencia a la técnica constructiva de la bóveda, cuyos tres tramos,
vistos desde el interior, parecen iguales pero desde arriba, se ha podido
comprobar al limpiar y desescombrar sus trasdós que la ejecución es diferente
en cada uno de ellos. Así, en el primer tramo, correspondiente al presbiterio o
cabecera, los plementos del mismo (se llama plemento a los paños de una bóveda
que discurren entre sus arcos) son tabicados, con dos hojas de ladrillo en
plano, superpuestas a matajuntas, al modo de las correas de una escalera.
Originalmente no era
así, pero sabemos que en fecha no precisada se derrumbó el muro sur de ese primer
tramo, arrastrando probablemente a la bóveda. Por ello, hubo que volver a reconstruir
la parte afectada, la bóveda en la forma señalada y el muro sin respetar la decoración exterior de
ladrillo en zig-zag, esquinillas y modillones.
Sin embargo, la bóveda
del tramo central, se mantiene intacta en su construcción original, con sus
cuatro plementos de ladrillo colocado de canto, tal como se puede ver en los
restos de la bóveda absidial de la vecina iglesia de Santa María de la Huerta
en Magallón, tal como se aprecia en esta imagen en la que se ve esta bóveda en
primer plano y la del primer tramo al fondo.
La
bóveda del tercer tramo corresponde a la ampliación del templo en el siglo XVI
y tiene los plementos originales de esa época.
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