En el
archivo de la familia Zapata, recientemente donado a nuestro Centro, ha
aparecido esta Capitvulacion y concordia
qve svplica la villa de Mallen a los Señores Censalistas. Se trata de un
impreso de cuatro páginas, la última en blanco, que no figura en el Catálogo
Colectivo del Patrimonio Bibliográfico Español (CCPB) y, aunque no consta el
impresor ni el año en que fue editado, por el texto puede deducirse que fue en
1678.
Ignoramos si se
conserva algún ejemplar del mismo en el Archivo del Ayuntamiento de Mallén,
pero Guillermo Carranza, en su Historia
de Mallén, no lo cita, a pesar de que estudia la economía de esa localidad
en el siglo XVII. Lo reproducimos aquí, dato el interés que tiene para conocer
la crisis por la que atravesó la población en esa época, reflejo por otra parte
de la sufrida por todo el reino de Aragón.
Siguen sin ser
suficientemente estudiados el origen y desarrollo de este grave problema que
afectó a todas las localidades aragonesas que algunos autores relacionan con la
expulsión de los moriscos en 1610, con la guerra con Cataluña durante el
reinado de Felipe IV y con la peste que asoló el reino entre 1651 y 1654. Sin
embargo, en el documento comentado se achaca a “la esterilidad de los malos
años que ha experimentado” y a “la calamidad de los tiempos” el no poder hacer
frente a las obligaciones económicas de la villa. Parece deducirse, por lo
tanto, que fueron años de malas cosechas los que provocaron el problema que
afectó no sólo a esta localidad, sino “a las demás del reino”.
Ello
provocó su práctica quiebra, dado que con los ingresos recaudados no se podía
hacer frente a las obligaciones contraídas, la mayor parte de ellas
correspondientes al pago de los censales cargados con anterioridad.
Lo
interesante del impreso es que se relacionan detalladamente esas obligaciones
contraídas con instituciones religiosas y con particulares. Entre las primeras
se encontraban el capítulo de San Pedro de Zaragoza, el convento de San
Francisco de la misma ciudad, la iglesia del Pilar, el convento de agustinos
calzados de Zaragoza, el colegio de Vírgenes de la capital aragonesa, el
capítulo eclesiástico de Mallén, el convento de la Oliva, el convento de Santa
Clara de Borja y el convento de clarisas de Tauste. Entre los segundos estaban
D. Francisco Guarás de Tarazona, D. Gaspar de Montesa de Tudela, D. Ignacio
Orera de Daroca, D. Miguel Gil de Zaragoza, D. Diego de Villanova de Sádaba, D.
Miguel Asensio de Borja, D. José de Blancas de Zaragoza, Dª. Josefa Escárate de
Zaragoza, los herederos de Juan Antonio Gil de Tarazona y D. Luis Exea de
Zaragoza. A ellas se unían otros pagos como el efectuado al capellán que decía
la misa de alba en el convento franciscano de Mallén, el treudo perpetuo correspondiente
al comendador de Mallén y otras obligaciones con la monarquía. En total era
preciso pagar cada año una cantidad que ascendía a 1.477 libras, 6 sueldos y 8
dineros.
Pero
sólo se recaudaban 1.015 libras procedentes de los conceptos que se detallan:
Carnicerías, hornos, prensas de vino, medida del vino, arrendamiento de
aguardiente, hierbas para pastos, nieve (había por lo tanto nevera), mesón,
salitre, molino de aceite, tocino y tienda del pescado. Se trataba, por lo
tanto, de arrendamientos de servicios públicos en su práctica totalidad.
La
diferencia entre ingresos y gastos arrojaba un saldo negativo de 462 libras,
por lo que la villa de Mallén, proponía las medidas correctoras necesarias para
paliar esta crítica situación que afectaba a su concejo, dado que los
habitantes de la misma tenían que enfrentarse a su vez con los gastos derivados
de los diezmos y de los arrendamientos que tuvieran concertados que también
estarían afectados por la crisis.
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