Finalizamos
hoy la serie de reportajes que, con las fotografías realizadas por Enrique
Lacleta, hemos venido ofreciendo de las localidades de la cuenca alta del
Isuela con el dedicado a Purujosa, aunque mañana publicaremos otro sobre una
curiosidad encontrada en el recorrido.
Purujosa,
enriscada en lo alto de un monte que, en el pasado estuvo coronado por un
castillo, ocupa una estratégica posición en la Raya aragonesa, siendo el primer
punto en la defensa de la frontera.
Precisamente
por ello, Jaime I permutó su propiedad, en 1247, con el abad del monasterio de
Veruela, hasta entonces señor de ese lugar, con la villa de Bulbuente que pasó
así a ser dominio de los monjes cistercienses.
El
historiador D. Ramiro Adiego lo recuerda con una reproducción del pergamino,
colocada en la fachada de su casa, una de las muchas que han sido restauradas
en esa localidad.
Porque
lo cierto es que el municipio, cuya población había quedado reducida a su
mínima expresión, ha renacido merced al impulso de sus antiguos habitantes y de
otras personas llegadas hasta allí, cautivadas por la belleza del lugar. Hoy,
con sus calles pavimentadas y flores en ellas, ofrece el admirable aspecto que
refleja esta imagen con la iglesia parroquial de El Salvador al fondo. A ella
se accede por este arco rebajado sobre el que se encuentra, en una hornacina,
una imagen de la Virgen del Pilar.
Testimonio
de esta recuperación es el pilar de San Ramón Nonato que, como señalaba Pedro
Domínguez Barrios en su obra Pilares votivos, había desaparecido y ahora ha
sido rehecho en su antiguo emplazamiento. Antes había restaurado el pilar o
pilón de la Virgen de la leche, situado en la confluencia del barranco de la
Virgen con el de Cuartún y donde, antaño, los quintos colocaban una vela
encendida pidiendo su protección durante el tiempo en que, por realizar el
Servicio Militar, iban a permanecer lejos de su localidad.
Conserva
también alguna de las eras, con el característico empedrado que, por esta zona,
adopta formas muy variadas, como tuvimos ocasión de estudiar en Trasobares que
tiene un conjunto interesantísimo, aunque prácticamente olvidado.
Purujosa
tiene también semáforos, algo poco habitual en poblaciones de tan escaso censo,
circunstancia que recabó la atención, en su momento, de los medios de
comunicación, por las particulares circunstancias que obligaron a su
instalación.
Dispone,
asimismo, de un buen albergue que, desde hace algún tiempo, está sometido a
obras de ampliación, cuyo aspecto exterior no sabemos cómo será resuelto.
El día
no era el más propicio para acercarse a otro de los lugares emblemáticos de
Purujosa: la ermita de la Virgen de Constantín, pero sí captó la belleza de su
entorno natural con algunos de los grandes paredones, a los que acuden
numerosos escaladores, y sobre los que sobrevuelan las rapaces.
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