Antes de la última restauración de la Casa Consistorial de Borja, existía en la llamada Sala de San Roque, una lápida dedicada a D. Juan Salvador Herrando. La citada sala que era un elemento fundamental en la estructura del edificio, por ser el espacio de respeto por el que se accedía al Salón de Reyes, fue destruida para ubicar allí a las oficinas municipales.
Antigua Sala de San Roque
Ya en su momento, nos pareció inadecuada esa solución pues, además del citado cometido, la sala era el espacio reservado para las reuniones de lo que hoy sería la Junta de Gobierno. En el centro de la misma se encontraba la mesa que, en la actualidad, se sitúa de forma inadecuada en el patio del edificio. Además existía un hermoso mueble que ocupaba todo la pared del fondo cuyo destino no se conoce, a pesar de ser una pieza del siglo XVII.
Afortunadamente, la lápida se conservó y, ahora, se encuentra en los almacenes del Museo de la Colegiata, donde ha terminado tras un recorrido por diversas dependencias municipales.
Creemos necesario volver a colocarla en la Casa Consistorial, en el lugar que se estime conveniente que podría ser el patio de entrada. Entre otras razones porque constituye la expresión del agradecimiento de la ciudad a un personaje importante que, de manera decisiva, contribuyó a su engrandecimiento.
Juan Salvador Herrando había nacido en Gallur, en 1823, aunque siempre se consideró borjano, pues la familia se estableció aquí cuando tenía escasos meses, al hacerse cargo su padre de una de las farmacias de la ciudad.
En el inicio de su carrera logró obtener una posición muy desahogada como empresario vinculado a la construcción de los ferrocarriles portugueses. Cuando volvió a España se afilió al Partido Liberal y toda su trayectoria posterior se enmarcó dentro del ámbito de posiciones políticas que hoy consideraríamos de izquierdas. Tras el triunfo de la revolución de 1868, fue diputado a Cortes en cinco legislaturas. Contando siempre con el apoyo de su amigo D. Juan Francisco Camacho, ministro de Hacienda en varios gobiernos presididos por Sagasta, llegó a ser nombrado Director General de Aduanas.
Herrando fue un hombre muy querido en Borja pues apoyó siempre todas las iniciativas municipales. A él se debe la instalación del telégrafo, la construcción de las nuevas carreteras que entonces se hicieron y su intervención también fue decisiva para la creación del ferrocarril de Cortes a Borja. Por este motivo, cuando se inauguró aquel legendario tren, en 1889, se le dedicó la lápida a la que estamos haciendo referencia.
Por otra parte, mantuvo siempre una relación personal con la ciudad, donde construyó una finca de recreo a la que dio el nombre de “La Casimira” pero que siempre fue conocida como la “Torre Herrando”. Situada en el camino del Campo, destacaba el edificio en forma de castillo, rodeado de coníferas que aún subsiste, aunque se ha recrecido el edificio y se ha quitado el revoco propio de la época. Allí pasaba la temporada estival y recibía visitas de amigos y correligionarios, entre ellos el ministro Camacho que estuvo unos días en 1886.
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