La
personalidad de D. Baltasar González no se circunscribió al ámbito artístico,
en el que resulta más conocida, sino que también realizó incursiones
literarias, con mayor o menor fortuna, desarrollando asimismo una intensa
actividad política que se sumó a su faceta como polemista, menos estudiada pero
que, probablemente tuvo una gran incidencia en su trágico destino.
En
relación con ella, D. Manuel Giménez Aperte nos ha facilitado esta hoja impresa
en la Tipografía borjana de Victorino Zaro y fechada el 22 de noviembre de
1913, en la que D. Baltasar, firmando como representante del Casino
Republicano, que lleva por título “Para terminar”, con la que ponía fin a una
disputa dialéctica que había mantenido con D. Leandro María Cañada, Presidente
de la Congregación Mariana de Borja, a raíz de un tema que, en la actualidad,
nos parecería banal.
Comoquiera
que Dª María Victoria Paños reunió todos los elementos que formaron parte de
este curioso enfrentamiento, en un trabajo titulado “La poesía de un pintor.
Baltasar González”, que resultó premiado en la XIX convocatoria de Trabajos de
Investigación de nuestro Centro (a pesar de lo cual quedó inédito), utilizando
esos materiales queremos dar a conocer lo sucedido.
En
1913, desde determinados sectores católicos, se decidió conmemorar el MDC
aniversario de la promulgación del Edicto de Milán por el que, en el año 313,
el emperador Constantino, junto con Licinio, concedía a los cristianos libertad
para practicar “la religión que prefieran”, poniendo fin de esta forma a una
etapa de persecuciones en el imperio romano.
Con
este motivo, D. Baltasar distribuyó una hoja en la que con el título “Las
Fiestas Constantinianas o el Centenario de la Libertad”, interpretaba el citado
edicto como una manifestación de la libertad religiosa que defendía, dando a
conocer que el Casino Republicano se iba a sumar a esos actos, concluyendo con
la afirmación: “¡Parece mentira que estemos todavía esperando en España, de los
gobiernos llamados liberales, lo que es ley en casi todo el mundo, lo que
Constantino y Licinio concedieron a sus súbditos hace ya MIL SEISCIENTOS AÑOS!”.
A ello
respondió el citado D. Alejandro Cañada con un artículo publicado en la revista
El Eco de la Cruz, en el que con el
título “Luz”, rebatía los argumentos de D. Baltasar, aduciendo que las
circunstancias eran distintas pues “ahora que conocemos cuál es la verdadera
Religión ¿Por qué hemos de admitir esas libertades que no son sino la
glorificación del error?” Al mismo tiempo, criticaba que el Sr. González no
hubiera hecho referencia a una parte del edicto, precisamente la que ordenaba
restituir a la Iglesia cuantos bienes le habían sido robados, afirmación con la
que veladamente se hacía alusión a las consecuencias de las desamortizaciones
del siglo XIX. El artículo que se difundió en todas las iglesias borjanas iba
acompañado de una invitación a los “queridos congregantes” para que la
difundieran, así como de una entradilla en la que se atribuía a D. Baltasar “inoportunidad
y diabólica intención” en la publicación de su hoja.
La réplica
apareció el 12 de octubre de 1913, en forma de otra hoja impresa con el título “Leed
borjanos”, en el que censuraba el lenguaje injusto y desabrido utilizado,
pidiendo más cortesía y consideración a esos “pobrecitos” borjanos que no se circunscribían
al autor sino a aquellos seguidores que sabían que “inspiramos nuestros actos
en el bien, la verdad y la justicia”, para terminar haciendo alusión a una
reciente circular del Nuncio de Su Santidad en España.
La respuesta
del Sr. Cañada se produjo a través de una hoja impresa, en esta ocasión, en la
Tipografía Meléndez de Tarazona, titulada “Más luz”, 16 días después, de tono
mucho más acerado, en la que entraba ya en el terreno de la descalificación
personal, reprochándole su desconocimiento de Religión, aportando como prueba
la cita a “un Padre de la Iglesia” que, en palabras de D. Baltasar había afirmado
“Conviene que haya herejes”, llegando a apostar 100 pesetas, a beneficio del
hospital, porque no era cierto. Frente a la pregunta “¿Esa gratitud y respeto
tienen los que presumen de perfectos cristianos” que había formulado el Sr.
González, D. Leandro María Cañada afirmaba “Gratitud ¿a quién?”, para continuar
recriminándole la supresión del “Alabado sea Dios” que cantaban los serenos
antes de iniciar su ronda nocturna, o el cambio de nombre de la calle de Santo
Domingo, por el de Costa, durante su permanencia en el Ayuntamiento. Sin embargo,
la afirmación más dura era la de que no había pretendido contestar al
republicano, sino al impío, dado que en su opinión “se puede ser muy buen
católico siendo republicano, aunque desgraciadamente no sea eso lo corriente”.
La
contestación de D. Baltasar no se hizo esperar y el 14 de noviembre difundió
otra hoja, con el título “Mucha más luz. Cien pesetas para el hospital”, en la
que se consideraba ganador de la apuesta, dado que la cita al “Padre de la
Iglesia” correspondía a San Pablo que, aun no pudiendo ser incluido en esa
categoría, su autoridad era mayor, al mismo tiempo que defendía a Costa,
víctima también de la diatriba del Sr. Cañada. Llamativa era su afirmación sobre
que “Baltasar González, aunque pecador, es cristiano, y no ha manchado jamás
sus labios con una blasfemia, cosa que no pueden decir algunos que están cerca
del Sr. Cañada”.
Aunque
en su anterior comunicado el Sr. Cañada había manifestado que no pensaba volver
a contestar, no pudo resistirse a ello y el 16 de noviembre, cinco días después
de la hoja de D. Baltasar, volvió a aparecer en escena con otra circular en la
que con el título “En beneficio del hospital”, señalaba que su contrincante
había perdido la apuesta, dado que, como hemos señalado, San Pablo no podía ser
considerado un Padre de la Iglesia. Al mismo tiempo censuraba una inadecuada
traducción de la Sagrada Escritura que aquel había aportado, afirmando como
remate final que “el Sr. González, que no conoce la Patrología ni sabe de
Hermenéutica ni siquiera sabe Latín, hablando de lo que no sabe, se ha
equivocado”, por lo que lo le quedaba más remedio que “cumplir como caballero,
entregando al hospital las cien pesetas que ha perdido”.
Estos
fueron los precedentes de la hoja que nos ha entregado D. Manuel Giménez Aperte
que, efectivamente, constituyó el definitivo final de esta absurda polémica que
viene a poner de manifiesto las tensiones suscitadas en Borja, en fechas tan
tempranas como las de 1913.
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