jueves, 7 de junio de 2018

Noticia de una antigua yesería borjana


         A veces un pequeño documento suele aportar noticias interesantes sobre los más diversos aspectos. Esto es lo que nos ha ocurrido con esta octavilla de propaganda, fechada en septiembre de 1892, que fue distribuida por la Fábrica de Yeso de Pablo Giménez Sola. En primer lugar, porque no teníamos noticia de esta empresa borjana, entonces situada “frente a la estación”.

         En ella se anuncia que ha fabricado 1.500 quintales (un quintal pesaba unos 45 kilos) del “verdadero yesillo para uvas”, extraído de las “canteras sitas en este término de Barbalanca”. Le hemos pedido a Juan Manuel Serrano Lacaba que nos remita fotografías de la ubicación de esas canteras, de las que se obtenía ese “yesillo” que no tenía “la más pequeña parte de cal”.




         Se trata, en definitiva, de esos cristales de yeso tan frecuentes en nuestra zona que machacados se empleaban para la elaboración del vino, en un proceso al que se denominaba enyesado.
         El yeso reaccionaba con el bitartrato potásico del mosto, dando lugar a sulfato potásico que quedaba en el caldo, ácido tartárico que contribuía a acidificarlo y tartrato de cal que se depositaba en el fondo, arrastrando las materias albuminoideas, contribuyendo a aclararlo y, lo más importante a conservarlo debido a la acción antiséptica del ácido tartárico. Se conseguían así vinos ácidos y de un color rojo más intenso.

         El problema es que los sulfatos son perjudiciales para el organismo. De ahí el cuidado que había que tener en las proporciones de yeso que se añadían y, sobre todo, en que fuera lo más puro posible. De ahí que el empresario borjano resaltaba que su producto “no será nocivo a la salud”.




         Actualmente no se emplea el yeso, habiendo sido sustituido por la acción del anhídrido sulfuroso, obtenido por la adicción de metabisulfito potásico que ya viene preparado comercialmente, pero del que conservamos una muestra de los cristales que se utilizaban en las bodegas privadas y que tenían forma prismática, de un color rojo muy bonito, parecido al de esta imagen que corresponde a cristales de metabisulfito sódico.
         Finalmente, el documento refleja también los usos sociales de la época, dado que antes de la firma se hace constar: “S. S. Q. B. S. M.” que son las iniciales de la fórmula de cortesía utilizada en la época: “Su seguro servidor que besa su mano”.

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