Reanudamos
hoy la serie sobre la evolución del Patrimonio arquitectónico de las
localidades de nuestra zona y, siguiendo el orden alfabético, lo hacemos
refiriéndonos a la situación de Ambel,
uno de los municipios con mayor número de monumentos protegidos.
El
primero de ellos es la iglesia
parroquial de San Miguel, declarada Bien de Interés Cultural por Decreto de
4 de diciembre de 2001 del Gobierno de Aragón y cuyo aspecto, en la década de
los años 70 del pasado siglo es el que aparece en esta fotografía.
Como señaló
el Prof. Borrás, la fábrica actual del templo responde a dos momentos
constructivos. El primero, de la segunda mitad del siglo XIV, cuando fue
levantada una iglesia mudéjar de nave única y ábside poligonal, con decoración
muy similar a la iglesia de Alberite de San Juan, a la que ya hicimos
referencia. El segundo al siglo XVI, cuando fue ampliada y se levantó el
llamado torreón de los Monserrat, como capilla funeraria a los pies de la nave,
sobre la base de una antigua torre.
En
este artículo centrado en la arquitectura de los monumentos, no podemos
detenernos en el exorno del templo, en el que, al igual que ocurre en la ermita
de la Virgen del Rosario, destacan sus retablos góticos y un importante
conjunto de obras de Arte. La imagen que ofrecemos corresponde al interior de
la iglesia durante la celebración de la fiesta de las Santas Reliquias, Patronas
de la villa.
Las
obras de restauración del monumento comenzaron en 1998, acometiéndose en primer
lugar la de la torre de los Monserrat, según proyecto del arquitecto D. Antonio
Tristán Casas.
Hubo
un momento, posterior a la rehabilitación del torreón en el que se dispuso en
la fachada una estructura metálica para fijar la cubierta y la arquería
superior, hasta que, en 2003, se acometió su restauración según proyecto del
arquitecto D. José Guillermo Moros.
En esa
misma fase, se procedió a la consolidación y restauración de la torre de las
campanas, cuyo estado era bastante deficiente, como puede apreciarse en la
fotografía en blanco y negro.
El
resultado final es el que muestra esta imagen, en la que, como puede verse
queda por restaurar buena parte de la fachada, concebida inicialmente, como
otros monumentos de la zona, con una tripe arquería, en la que el número de
vanos se va doblando de abajo arriba.
Mientras
tanto, en el interior de la iglesia se habían realizado unas catas en las que
se descubrió que, bajo capas posteriores, quedaban restos significativos de la
pintura mudéjar original.
Por
ese motivo, fueron programadas dos campañas que dieron como resultado la
recuperación de la policromía en varios tramos de la nave, descubriéndose
además motivos heráldicos muy interesantes. Pero los trabajos no han finalizado
y, además, se tiene ya constancia de que, como era de esperar, en el tramo de
los pies, no existe ese tipo de decoración, por haber sido edificado en otra
época.
Otra
intervención realizada fue la excavación de toda la nave del templo, donde se
descubrió una ingente cantidad de restos óseos superpuestos, procediéndose
posteriormente a la colocación de un pavimento de ladrillo en espiga que,
probablemente, nunca existió. Pero, las obras no han continuado aún. El
bellísimo púlpito mudéjar está apuntalado y los retablos que, con anterioridad,
habían sido ya restaurados, están sufriendo las consecuencias de un abandono al
que hay que poner coto con rapidez, dada la importancia del monumento.
Formando
conjunto con la iglesia parroquial se encuentra la antigua casa conventual de la Orden de San Juan, también declarada Bien de
Interés Cultural por el citado Decreto de 4 de diciembre de 2001.
Es de
propiedad privada y en ella han sido realizadas las imprescindibles obras de
mantenimiento y adaptación para su uso como residencia. Sin embargo, al Prof.
Christopher Gerrard, uno de los propietarios, se debe el excelente estudio
sobre su evolución y características, publicado por la Institución “Fernando el
Católico”, con el título Paisaje y
señorío. La casa conventual de Ambel.
Lo que
sí fue saneado y restaurado, en cierto modo, fue el torreón en torno al cual
fue creciendo el complejo de la casa. Había perdido las cubiertas y era un foco
de humedad para la iglesia, lo que ha contribuido a mejorar la situación de
ésta.
Otro
monumento importante de la localidad es la ermita
de Nuestra Señora del Rosario, del que, por Orden de 4 de julio de 2002,
fue declarada su torre “Bien Catalogado del Patrimonio Cultural Aragonés”. La
torre formaba parte de un antiguo templo mudéjar sobre el que, en 1701, se iniciaron
las obras del actual, con características barrocas.
En su
nave destaca la cúpula en la que consta el año de su construcción, 1778. Todo
su interior fue consolidado y restaurado en 1987, según proyecto del arquitecto
D. Roberto Benedicto Salas y, en la actualidad, se utiliza como templo
parroquial, por haberse abandonado el culto en la iglesia de San Miguel.
La torre, objeto de la declaración, fue restaurada en 2014,
dotándole de un singular chapitel, aunque queda pendiente la rehabilitación de
las fachadas exteriores del templo, en cuyo interior se conservan también
importantes obras de arte, entre ellas un retablo gótico desmontado y en caja,
cuya restauración se requiere acometer cuanto antes.
Terminamos
el recorrido con una referencia a los pilares
votivos, también protegidos con carácter genérico por las vigentes leyes de
Patrimonio, los cuales han sido recientemente restaurados, como informamos en
este blog. Se trata en concreto de los del Redón, Santa Bárbara y la Virgen del
Rio.
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