El Presidente del Centro de Estudios Borjanos en su intervención, el pasado viernes, en las II Jornadas Musicológicas de Alagón, hizo referencia a la relación existente entre Borja y Alagón, a través de la figura del gran filósofo D. Juan David García Bacca (1901-1992).
Y
aprovechando su visita a esa localidad quiso acercarse al lugar en el que
residió el niño David (aunque en su bautismo le habían sido impuestos los
nombres de Juan y David, era conocido familiarmente con el segundo), hijo del
maestro D. Juan Isidro García Barranco y su segunda esposa Dª. Martina Baca
Benavides.
Aunque
nacido en Pamplona, donde ejercía en esos momentos su padre, al verse forzado a
retirarse por motivos de enfermedad, la familia retornó a Borja, donde
anteriormente había estado destinado, instalándose en la zona ahora
desaparecida de la Casa de las Conchas. Algunos de sus biógrafos afirman que
era propiedad de la colegiata de Santa María, pero no es cierto. De Santa María
era la otra mitad, mientras que la que habitaron era propiedad de la familia y,
cuando el Ayuntamiento de Borja quiso restaurarla, tuvieron que firmar la
donación todos los descendientes del matrimonio, incluido Juan David, exiliado
en América.
Allí
falleció en 1911, D. Juan Isidro, dejando en el más completo abandono a su
viuda e hijos (además de David, tenía tres hijas del matrimonio anterior). La
viuda, sin pensión durante varios años, contrajo una grave tuberculosis que en
1922 le llevó a la tumba (al igual que su marido está sepultada en el
cementerio de Borja).
Con
el propósito de ofrecer educación a su hijo, así como una salida digna,
aprovechando una misión que los claretianos predicaron en Borja, convinieron
con ellos su ingreso en el colegio que la Orden tenía en Alagón.
Fundada
en 1849 por San Antonio María Claret (1807-1870), la Congregación de Misioneros
Hijos del Inmaculado Corazón de María, conocida popularmente como Congregación
Claretiana, en alusión a su fundador, se instaló en Alagón en 1875.
San Antonio María, entonces arzobispo de Santiago de Cuba había obtenido del Gobierno la cesión del antiguo convento de Agustinos Recoletos de esa localidad, abandonado desde la Desamortización y, además, los marqueses de Villasegura, le permitieron el uso de la antigua huerta que había pasado a ser propiedad de ellos.
Allí
se instaló el postulantado de la orden, un colegio que acogía a niños de corta
edad donde cursaban los dos primeros cursos de Humanidades, antes de pasar al colegio
de Barbastro si consolidaban su vocación religiosa.
Juan
David llegó a Alagón, a comienzos del verano de 1912, con objeto de iniciar la
preparación para el curso que iba a comenzar poco después. Estuvo dos años,
estudiando el primer curso (Preparatorio) y el segundo (Analogía). Este último
comprendía el análisis de las palabras, verbos etc. En la orden, la formación
en Humanidades se completaba con los cursos de Sintaxis y Retórica que se cursaban
en Barbastro, adonde pasó Juan David, tras haber superado con excelentes calificaciones
los dos primeros cursos en Alagón.
En
sus Confesiones, hace alusión a la
dureza de la vida en el colegio, con una férrea disciplina, aunque otros
religiosos que pasaron por Alagón consideran que exageró “a posteriori”.
De
aquel colegio conservamos en nuestro archivo esta postal, que ya hemos
publicado en el blog, donde bajo la supervisión de un profesor, se ve a los
niños jugando con unos zancos en la plaza de San Juan, con la iglesia al fondo.
Aunque
el colegio ya no existe, los claretianos aún se encargan de la iglesia que
antaño fuera de los agustinos, sobre cuya portada está pintado el corazón
atravesado que es el emblema de la orden fundada por San Antonio María Claret.
No vimos su interior, pero a través de esta imagen puede apreciarse que el
retablo mayor es un conjunto reaprovechado e instalado allí cuando se creó el
colegio, dado que anteriormente el templo había estado completamente
abandonado. En 2011 se firmó un convenio entre el Ayuntamiento de Alagón y el
Arzobispado de Zaragoza para instalar en el templo un Museo de Arte Religioso
que, sin embargo, no ha llegado a materializarse.
En
la plaza pudimos contemplar esta escultura de forja, con materiales reciclados,
que representa a San Juan Bautista, obra del escultor Alfredo Mora, la cual
recuerda a “El Profeta” de Pablo Gargallo. Es una de las muchas esculturas que
jalonan el casco urbano de Alagón, a las que nos referiremos otro día.
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