Seguimos reseñando los libros que, en su reciente visita, nos donó D. Ramón Baiget Viale de Montebello, entre los que se encuentra el Tratado de la Nobleza de Aragón y Valencia, en edición facsimilar de la obra de D. Mariano Madramany y Calatayud, publicada en Valencia en 1788.
A pesar de lo que pudiera indicar el título, el trabajo se centró
en el estudio de las diferentes clases de nobleza en el reino de Valencia, a raíz
de que Luis I dictara la Real Cédula de D. Luis I de 14 de agosto de 1724, por
el que se regulaban.
Mariano Madramany y Calatayud había nacido en La Alcudia
(Valencia) en 1746 y murió en Palma de Mallorca en 1822. Fue un destacado jurista,
autor de varias obras entre las que destaca la que estamos comentando en el que
analiza con detalle los distintos tipos de la nobleza valenciana que, además de
la titulada, comprendía a los llamados nobles, generosos, caballeros y ciudadano,
distinguiéndose entre estos últimos los que lo eran “de inmemorial” y los que
no lo eran, a los que de manera específica limitaba sus privilegios la Real Cédula.
Otra de las obras recibidas es el
folleto que lleva por título El conde de Aranda: un aristócrata ilustrado,
que corresponde a la conferencia de D. Pedro Moreno Meyerhoff pronunció en el Museo
de Cerámica de Barcelona, el 26 de marzo de 1928.
En ella, ensalzaba la figura de D.
Pedro Pablo Abarca de Bolea Ximénez de Urrea y Pons de Mendoza (1719-1798),
presentándolo como “uno de los políticos más inteligentes y brillante del siglo
XVIII” y además “un militar y un diplomático de primer orden”.
La conferencia tenía por objeto, entre
otras cosas, reivindicar la ascendencia catalana por parte de madre (Dª. María
Josefa Pons de Mendoza y de Bournonville) de este ilustre aragonés, nacido en
Siétamo.
Por nuestra parte, queremos recordar
que, entre los muchos titulados que poseyó figuraba el de V conde de
Castellflorit, título que había recaído en su padre, por sentencia judicial
tras la muerte sin descendencia del II conde D. Juan Bernardino de Torrellas y
Bardají, casado con la borjana Dª. Hipólita de Gurrea y Vera, la propietaria de
la Casa de las Conchas. Hay que señalar que D. Pedro Pablo de Abarca no sucedió
a su padre en el título, tras su muerte, pues tuvo que entablar un nuevo
contencioso para que le fuera definitivamente adjudicado.
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