Inaugurado
en mayo de 2007, el Museo Arqueológico de Borja está ubicado en la antigua
iglesia de San Miguel que fue restaurada por el M. I. Ayuntamiento de la ciudad
y convertida en museo para exhibir la colección de piezas arqueológicas
reunidas por el Centro de Estudios Borjanos.
En
su origen fue un templo románico cuyas características han podido ser conocidas
a través de los restos existentes y de los que aparecieron en las obras de
rehabilitación.
De
la primitiva iglesia se conserva la cabecera con el ábside de mampuesto y
modillones de piedra sobre los que se asienta un alero posterior de doble teja.
Fue
transformado en el siglo XIV, cuando se edificó la actual nave con cubierta de
madera a dos aguas sobre arcos diafragmas. El edificio fue declarado Bien
Catalogado del Patrimonio Cultural Aragonés y también conserva restos de su
torre mudéjar.
Especial
interés tiene la gran celosía del hastial que fue construida en 1608 que
cerraba el coro desde el que las religiosas del contiguo convento de Santa
Clara seguían los oficios religiosos hasta que dispusieron de templo propio.
También
conserva algunas pinturas murales en sus capillas, con figuras de dragones en
los nervios.
Tanto
en la nave del templo como en las capillas se disponen las vitrinas a través de
las cuales puede efectuarse un recorrido, desde el Paleolítico hasta la época
medieval, con amplia información de cada uno de los períodos.
Entre
las piezas exhibidas destaca el entalle romano adoptado como logotipo del museo
que representa a Ganímedes, con un águila como cimera y que es una obra de
singular belleza.
Es
imposible detallar la importancia de sus fondos. Mostramos aquí un vaso
campaniforme, encontrado en Bisimbre, y esta pequeña figurilla de carnero de la
I Edad del Hierro.
En
una de las vitrinas dedicadas a la época celtibérica, se puede ver este símbolo
de la élite ecuestre, aparecida en Bursau.
En otra se muestran los distintos tipos de acuñaciones que se realizaron aquí,
junto con ejemplares de denarios de planta, de distintas cecas que formaron
parte del llamado “tesorillo de Borja”, encontrado a comienzos del siglo XX.
Entre
las piezas de época medieval, merece destacarse este fragmento ricamente
decorado que pudo pertenecer al mirhab
de la mezquita de la Borja musulmana.
El
museo ha restaurado la práctica totalidad de las piezas expuestas y realiza una
constante labor de investigación que se da a conocer a través de la revista Cuadernos de Estudios Borjanos.
Estamos,
por lo tanto, ante una institución que al interés arquitectónico del edificio
que la acoge viene a unir la importancia de sus fondos, lo que la convierten en
lugar de visita obligada.
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