Una
de las construcciones presentes en todos los municipios era el lavadero
público. Los cambios experimentados en la vida cotidiana les hicieron perder su
función a mediados del siglo XX. Sin embargo, en los últimos años, hemos
asistido a un proceso de rehabilitación de muchos de ellos, por ser
considerados elementos característicos de la arquitectura popular. Así ha
sucedido en muchos municipios de nuestra comarca y, en un próximo artículo,
haremos referencia a los mismos, pues es interesante destacar algunas
diferencias tipólogicas en relación con los que existieron en nuestra ciudad.
Borja
dispuso de dos lavaderos, ambos sobre el río Sorbán: uno junto a la actual
carretera N-122 y el otro en el barrio de Sayón. El más importante era el
primero de los citados, conocido con el nombre popular de “La Callejuela”. Se
trataba de una estructura de grandes dimensiones cuya planta adoptaba forma
curva, siguiendo el curso del río. A diferencia de lo que ocurría en otros lugares,
donde era posible lavar de pie, aquí era preciso hacerlo de rodillas sobre las
losas que, desde el pavimento, llegaban hasta el río.
Se
cubría con cubierta a dos aguas, sobre cerchas de madera que se apoyaban en un
lado sobre un muro corrido y, por el otro en pilares de ladrillo. Inicialmente
eran de forma cuadrangular, como puede apreciarse en la primera fotografía y,
posteriormente, adoptaron forma prismática tal como puede verse en esta otra y
como ha llegado hasta nuestros días. Este detalle es importante, pues viene a
demostrar que el empuje de la cubierta sobre los pilares provocó problemas y
fue necesario reforzarlos.
Su
fachada principal se decora con un frontón triangular, formado por lamas de
madera en el centro de las cuales se disponen las armas de la ciudad.
Cuando
el lavadero dejó de utilizarse, el edificio quedó sumido en un estado de
abandono. La maleza se adueñó de su interior y perdió la cubierta de teja.
Siendo
alcalde D. Luis María Garriga se acometió su completa restauración, logrando
salvar esta muestra de la arquitectura popular. Su aspecto es digno, a pesar
del remate de la cubierta y de esas horribles protecciones metálicas que se
colocaron posteriormente.
Sin
embargo, hay que llamar la atención sobre las nuevas amenazas que se ciernen
sobre el lavadero. Como ya ocurriera en el pasado, la presión de la cubierta
está incidiendo en los pilares que, como puede apreciarse en la fotografía se
han fisurado, mientras las cerchas que se apoyan en ellos aparecen curvadas.
Existe, por lo tanto, una amenaza más grave que la que señalamos en el campanil
de la Casa Consistorial, cuando hablábamos sobre sus campanas, obligando a
adoptar, en ambos casos, las medidas precisas.
Este
era el segundo lavadero de Borja, el del barrio de Sayón, de dimensiones mucho
más reducidas en el que, por estar situado sobre el río, había que lavar de
rodillas como el anterior.
También
fue restaurado y se conserva en buen estado, aunque sus paredes se han visto
afectadas por las pintadas realizadas en ellas.
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