domingo, 28 de agosto de 2016

Vistas panorámicas de Borja a comienzos del siglo XX



            En los cien años transcurridos desde que fueron realizadas estas fotografías, pertenecientes al archivo Méndez-Sierra-Ojeda, que estamos positivando, el perfil de nuestra ciudad ha experimentado los lógicos cambios impuestos por el crecimiento de la población y las nuevas edificaciones.
            Por este motivo, cuesta reconocer el lugar desde el que fue tomada esta vista. Como elementos decisivos para su identificación, además del castillo y las torres de Santa María, hemos señalado en la foto inferior, dos casas características. La que lleva el número 1 es la de los Nogués, en la calle de Costa, con su hermosa galería, ahora cari oculta por la vegetación del jardín contiguo. La señalada con el número 2 es una casa situada al final de calle Mayor, en el ángulo que forma con la calle de la Concepción que, en la actualidad es propiedad de Dª Lidia Aperte Beamonte, cuya galería posterior es inconfundible.

            Por lo tanto, a partir de esas referencias puede concluirse que la fotografía fue realizada desde la actual calle de Ramón y Cajal, frente al Grupo Escolar que, todavía no se había construido. Hasta muy avanzado el siglo XX existieron allí los huertos que se ven en la imagen, donde se construyó la urbanización que comprende las calles Romualdo Nogués y Braulio Foz.




            Desde un ángulo muy similar, aunque más cercano a la carretera, fue tomada esta otra en la que llama la atención la gran cantidad de cantos rodados que aparecen tras la persona, objeto central de la fotografía. Ello nos permite datarla, pues esos cantos allí acumulados fueron los utilizados para la realización de la pavimentación de la travesía de la carretera de Gallur a Ágreda, a su paso por Borja. Esta obra se llevó a cabo durante la Dictadura de Primo de Rivera y los de mayor edad recordarán que el pavimento era de pavés (antes de que fuera asfaltada). Para ello, se transportaban las piedras hasta un lugar próximo (la calle Ramón y Cajal) y allí los picapedreros, con sus mazos, daban forma a los adoquines que se colocaban en la carretera.



            A la hora de identificar esta otra vista, algunos tuvieron problemas, pues no encontraban explicación al remate de esa cúpula que aparece en el centro, sobre un edificio con galería superior que, indudablemente, no es el convento de Santa Clara. Esa cúpula es la de la iglesia de Santo Domingo que se superpone a ese extraño edificio que es el del colegio de Santa Ana, dando la impresión de formar un conjunto. 

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