Recogida
la mies, en un fascal (nombre que se daba al conjunto de 30 fajos) se extendió
la parva en la improvisada era para proceder a trillar, un momento esperado por
todos, dado el eco que el recuerdo de esta labor aún despierta.
Había
allí dos modelos de trillos de rodillos y las horcas y cargadores que se
utilizaban. Como es sabido, este tipo de trillo era más evolucionado que los
antiguos de pedernal, a los que posteriormente se añadieron cuchillas.
Precisamente uno de estos trillos de cuchillas, denominado “trillo rastrero”,
es el que se ha utilizado para trillar en esta ocasión.
Berta
Martínez cantó, como ella sabe hacerlo, recordando el momento de la obertura de
la inolvidable película Nobleza Baturra. También cantó admirablemente José Antonio Lázaro, de Magallón.
Luego,
niños y mayores se animaron a subir al trillo que disponía de un soporte para
apoyar las manos, lo que ayudaba a la estabilidad de los trilladores.
Habitualmente, no disponían de este asidero, por lo que había que tener cierta
habilidad, hasta el punto de que aún se recuerda en Bisimbre que a Imperio
Argentina hubo que ponerle una especie de taburete oculto bajo sus faldas para
evitar que cayera. Y, desde luego, el giro del trillo se realizó en sentido
contrario a las agujas del reloj, como debe ser, y no como ocurrió hace unos
años en una recreación similar, en una localidad próxima en donde giraba hacia
la derecha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario