domingo, 12 de junio de 2022

El lazareto de Mahón

 

         Una parte de las sesiones de la reunión de Hispania Nostra y, en concreto, la que contó con la intervención de nuestro Presidente, tuvieron lugar en la isla del Lazareto, lo que permitió conocer la impresionante construcción de lo que fue una de las mejores instalaciones europeas destinadas a la prevención de enfermedades infecto-contagiosas que, afortunadamente, ha llegado hasta nuestros días prácticamente intacta, constituyendo una impresionante muestra de la arquitectura sanitaria.


         El lazareto de Mahón está situado en una parte de la isla que lleva su nombre que, inicialmente, estaba unida a tierra. Curiosamente, el resto de la isla es de propiedad privada. En la imagen se pueden apreciar las características de sus instalaciones que están rodeadas de una doble línea de murallas.


         Aunque ya hemos dedicado otros artículos a esta cuestión, conviene recordar que los lazaretos fueron creados para prevenir la transmisión de las epidemias a través de los buques que eran obligados a fondear en sus aguas, con el fin de someter a sus dotaciones a una cuarentena.

         La palabra “lazareto” procede de los hospitales de San Lázaro en los eran aislados los enfermos de lepra. La llegada de la peste bubónica, a través de los buques que surcaban el Mediterráneo y más tarde de la fiebre amarilla, obligó a las autoridades a establecer severos controles que impidieran su propagación y las consecuencias catastróficas a que daba lugar.

         El primer lazareto fue el de Santa María de Nazaret, creado en Venecia en 1403. Pero su mayor incremento se produjo en el siglo XVIII cuando por medio de las patentes de Sanidad y las cuarentenas se intentó poner coto a un grave problema sanitario.


         El de Mahón fue creado por una orden del conde de Floridablanca, durante el reinado de Carlos III, en 1793. En las obras intervinieron prestigiosos ingenieros militares desde que Francisco Fernández de Angulo diseñara el primer proyecto.





No fue hasta 1817 cuando el lazareto entró en servicio, siendo el buque español Antonia, el primero que fue sometido a cuarentena allí. Rodeado por una muralla de casi 2 metros de ancho y 7 de alto, jalonada por 5 torres de vigilancia, disponía de 141 habitaciones y todos los servicios necesarios para atender a los internados: cocinas, enfermerías, almacenes…



En la muralla se abrieron puertas que conducían a las diferentes zonas de la fortaleza donde se repartían a los afectados según una clasificación. A una de ellas iban los denominados “sospechosos”, por proceder de puertos en los que podía haberse declarado una epidemia. En otra, ingresaban los que llegaban de ciudades en las que se constataba que padecían una enfermedad o aquellos otros en los que, durante la navegación, se había dado algún caso a bordo del buque. En ambas circunstancias las dotaciones eran sometidas a cuarentena, con independencia de que presentaran síntomas. Finalmente, había una tercera zona para aislar a los “apestados” aquellas personas que presentaban síntomas evidentes de enfermedad.





         En el centro del lazareto se alzaba la capilla. Es un templete en torno al cual se disponen unas celdas dotadas de rejas desde la que oían Misa los enfermos. El sacerdote se desplazaba desde el templete para darles la Comunión mediante un dispositivo que evitaba el contacto directo con ellos.





         Una de las construcciones más emblemáticas del conjunto es la torre de vigilancia que, en su origen, fue un aljibe en el que se recogía el agua destinada a regar los huertos inmediatos. Posteriormente, se le superpuso una caseta desde la que un centinela vigilaba todo el recinto, aunque había otras en las murallas. Mediante ellas y la gran altura de la cerca se pretendía evitar la fuga de los internados pero, también, la de los trabajadores que allí prestaban servicio en circunstancias de riesgo.




         El lazareto estuvo en servicio hasta 1910. Durante los más de 100 años transcurridos desde su inauguración fueron sometidos a cuarentena más de 13.864 barcos y un total de 111.184 pasajeros y 276.693 tripulantes fueron aislados entre sus muros.

         En 1993, todo el conjunto fue declarado Bien de Interés Cultural y siguió siendo propiedad del Ministerio de Sanidad hasta que, en 2015, pasó a poder del Gobierno Insular.




         Transformado en centro cultural, acoge en sus excelentes instalaciones a congresos, reuniones y otros eventos. Al mismo tiempo, pueden verse en los diferentes espacios, numerosas piezas relacionadas con su pasado, como la falúa que se conserva en la sala donde celebramos una de las sesiones.







 





No hay comentarios:

Publicar un comentario