miércoles, 22 de junio de 2022

El increíble paraje de Punta Nati

 

         Habíamos dado por finalizada la serie de reportajes derivados de nuestro viaje a Menorca, pero quienes nos leen fuera de nuestra ciudad nos llaman la atención sobre el hecho de que no hayamos hecho referencia a una de las visitas más interesantes que efectuamos, la llevada a cabo al paraje de Punta Natí donde, la acción concertada de un grupo de asociaciones ha logrado minimizar el impacto ambiental provocado por un gigantesco parque fotovoltáico que iba a ser ampliado, afectando gravemente a una zona de gran interés etnológico. Algo de interés para nosotros, dado los riesgos similares a los que nos enfrentamos.



         Habíamos oído habla de la importancia del lugar pero pasear por sus caminos, delimitados por esos muros de piedra seca que están presentes en toda la isla, es una experiencia única. Según el de los datos del portal de cartografía del Consell Insular de Menorca hay más de 11.000 kilómetros de ese tipo de muros en toda la isla, pero la ausencia de vegetación y las construcciones que los acompañan confieren un aspecto singular a Punta Natí. En esta imagen pueden apreciarse los dos tipos de construcciones utilitarias relacionadas con la explotación ganadera de la zona.



         Las circulares reciben el nombre de barracas y son de forma escalonada con una cubierta formada por aproximación de hiladas y una pequeña abertura. Las rectangulares se llaman “Ponts” y se cubren con losas de marés, a doble vertiente.

         Su origen es difícil de precisar, aunque la mayoría de ellas fueron construidas en los siglos XVIII y XIX, vinculadas a la explotación pecuaria de esas tierras, divididas por los muros de piedra, donde el ganado pastaba libremente, rotando entre las tres parcelas que permitían la regeneración de la vegetación y utilizando como refugio esas construcciones.

         Como hemos podido leer, Punta Nati es el paraje de piedra en seco más sorprendente y único de Menorca y probablemente del Mediterráneo. Es, sin duda, el Paisaje Cultural más emblemático de la isla, gracias a la concentración y calidad de elementos etnológicos y arqueológicos. 



         Pero, en 2008, entró en funcionamiento el Parque Fotovoltáico de Son Salomó. La superficie ocupada por las instalaciones es de 10 hectáreas y se instalaron un total de  15.000 placas solares que, como se publicitó, respetaban las construcciones de interés etnológico, lo cual no dejaba de ser una apreciación sumamente optimista.


         Pero la alarma se desató en 2013 cuando se anunció el proyecto de ampliación del parque. En este esquema, la zona con el número 1 corresponde al parque preexistente, mientras que las señaladas con los números 2 y 3 eran las de ampliación, hasta alcanzar una superficie de 187 hectáreas con 220.000 placas fotovoltaicas. Para ello se basaban en que, si bien los elementos etnológicos ubicados en el área de implantación tenían algún grado de protección, el paisaje que los contenía no.

         Fue entonces cuando tres asociaciones: la Sociedad Histórico-Arqueológica Martí i Bella, Lithica Pedreres des’Hostal y Amics de Punta Nati se unieron para luchar ante la gravísima amenaza que se cernía sobre este Paisaje Cultural.

         Tras siete años de lucha, en 2020, se alcanzó un acuerdo entre el Consell Insular, la empresa promotora del parque fotovoltaico Ceconat SL, la propiedad de Son Salomó y la Asociación Histórico- arqueológica Martí i Bella.

         Gracias a ello, se consiguió reducir drásticamente la superficie ocupada por el parque solar proyectado y se otorgó la protección definitiva, con la categoría de BIC (Bien de Interés Cultural) a 960 hectáreas del paraje.

         Ceconat y el Consell Insular se comprometieron a rehabilitar las construcciones etnológicas dentro y fuera del parque y a impulsar un programa de visitas. El tiempo de vida útil del parque se ha establecido en 30 años, al cabo de los cuales la empresa se compromete a retirar todos los elementos del mismo y rehabilitar el paisaje.




         El intenso calor de aquel día y el poco tiempo disponible no nos permitió disfrutar aún más del recorrido y llegar hasta el faro situado al final de ese precioso camino, junto al cual existe una bonita “barraca”.





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