La
primitiva comparsa de gigantes de Borja contaba con el acompañamiento de dos
cabezudos, la “Morica” y el “Berrugón” que sufragó el Sindicato de Riegos y
cuyas réplicas siguen figurando actualmente. No es de extrañar, por lo tanto,
que en la concentración de su 130 aniversario hayan participado otros muchos
cabezudos, procedentes de otras localidades, de los que ofrecemos algunas
imágenes de aquellos que más nos llamaron la atención:
Había
muchos más, pero es imposible ofrecer las fotografías de todos ellos, lo que es
propio de páginas especializadas. Tampoco nos atrevemos a precisar los lugares
desde los que vinieron pues las posibilidades de equivocarnos son grandes.
No se
conocen las extrañas razones por las que los cabezudos gozan del favor de los
niños, en los que se alternan el miedo y la curiosidad. Los que ya son un poco
mayores quieren correr delante de ellos, aunque en esa ocasión era una malvada
cocinera la que repartía los zurriagazos más contundentes.
Desde
las proximidades de Madrid llegó un valiente aviador, a bordo de su aparato, y
nos sorprendió encontrar en el desfile a un aguerrido capitán de la Guardia
Civil, con su uniforme de gala.
Majísimos
los zaldikos o cavallets, como les llaman en otras partes, así como la Oka de
Mendillorri, dos tipos de figuras propias de otras tierras y que aquí siempre
causan admiración.
A
nuestra comparsa se han sumado en los últimos años varios “gigantillos” y también
hubo en el desfile otros, llegados para la ocasión, de diferentes tipos y
formas.
Una
figura que causó pavor fue el terrorífico carricuernos de Bidasoako Erraldoiak,
de Irún, que echaba humo y bajo cuyas faldas se alojaba el equipo de música.
Otros arrojaban agua a los espectadores, de los que nos alejamos, por si acaso.
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