miércoles, 17 de abril de 2019

Documento sobre el prior asesino de Borja localizado en la India


         Existen en la India una serie de empresas que se dedican a realizar ediciones facsimilares de obras desclasificadas e impresos poco conocidos. Allí hemos encontrado el documento que reproducimos, correspondiente al alegato presentado por el abad del monasterio de Veruela en la causa seguida contra el prior de la colegiata de Borja D. D. Julián Andrés de Uztarroz que, el 9 de marzo de 1660, asesinó en su celda a fray Miguel de Cariñena.





         De este insólito caso nunca encontramos documentación en los archivos de Borja, aunque puede existir. Tuvimos noticia del mismo a través de una obra publicada en Sevilla por Salvador Daza Palacios y María Regla Prieto Corbalán, titulada De la santidad al crimen. Clérigos homicidas de España (1535-1821), en la que dedican un capítulo a nuestro prior, precisamente a partir de los datos que proporciona este mismo alegato o exposición que se conserva en la Biblioteca Universitaria de esa ciudad, el cual hemos conseguido ahora en reproducción facsimilar y perfectamente encuadernado, como nunca lo estuvo el documento original. Y todo ello en un breve plazo de tiempo, increíblemente corto por proceder el envío desde la India.





         El truculento caso del prior lo incluimos en nuestra obra Crímenes ejemplares (en el entorno de Borja) uno de cuyos capítulos estaba dedicado a “El prior asesino de la colegiata de Santa María de Borja” que aconsejamos leer dado que no tiene desperdicio.
         El móvil del crimen fueron los celos del prior hacia el monje, por sospechar que mantenía relaciones con una joven llamada Ana Marciala de la que el destacado eclesiástico de nuestra ciudad estaba encaprichado y con la que, probablemente, había tenido un hijo.
         El crimen fue minuciosamente planeado pero hubo un contratiempo, pues el monje en lugar de morir en el acto, como esperaba el prior, tuvo tiempo de relatar quién había atentado contra su persona y, al conocerse su declaración, el prior que, en esos momentos, presidía una procesión en Borja, huyo precipitadamente a ponerse bajo la protección del obispo de Tarazona. El bondadoso prelado incoó un proceso en el que, para evitar males mayores, dictó una sentencia muy leve que al abad de Veruela le pareció una burla, dado que habían sido amañados los testigos, por lo que recurrió con el documento al que estamos haciendo alusión.
         El episodio tiene todos los integrantes de una novela negra pues los celos del prior eran infundados ya que el monje había visitado a Ana Marciala porque eran primos y, por otra parte, como llegó a declarar su madre en el proceso ulterior poco podía hacer con ella, dado que, desde el momento de su nacimiento, había podido constatarse que “le faltaban sus partes genitales y no tenía miembro, sino un agujero por donde orinaba”. Como decimos, un caso sorprendente sobre el que ahora incorporamos a nuestro archivo el recurso del enojado abad.

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