También
en la noche del Miércoles Santo, en este caso a las 23 horas, numerosas
personas se congregaron ante la fachada de la antigua iglesia de dominicos para
asistir a la salida del paso procesional de San Juan Evangelista.
La
cofradía que lo tiene por titular fue fundada en 1945, en el seno de la
Congregación Mariana que tenía su sede en ese lugar y, aunque el templo fue
desacralizado hace tiempo, para convertirse en Auditorio Municipal, la cofradía
sigue manteniendo la tradición y ese día, con la colaboración Iñaki Lux decora
su fachada de forma espectacular.
Los miembros de la cofradía hicieron su entrada en
la plaza por la avenida de Ramón y Cajal con su numerosísima Agrupación de
Cornetas, Tambores y Bombos, acompañados por representantes de las cofradías hermanadas
de las Siete Palabras de Gallur, del Ecce Homo de Mallén y de la Magdalena de
Tarazona.
Presidía
la comitiva el vicario de Borja que es, asimismo, párroco de Magallón D. José
Daniel Costilla Medina, revestido con capa pluvial roja.
Se
abrieron entonces las puertas del antiguo templo y apareció la imagen de San
Juan sobre el trono que representa el libro abierto de su Evangelio, el cual
fue depositado en el espacio despejado de la plaza, dado que los asistentes se situaban
en los porches y en la confluencia de las calles Costa y Amad.
Tras
la brillante interpretación de unas marchas, por parte de la Agrupación de
Cornetas, Tambores y Bombos, el miembro de la cofradía D. Raúl Rivarés leyó una
monición, con perfecta dicción y la ayuda de una excelente megafonía,
resaltando el ejemplo del discípulo amado de Cristo, para terminar con el rezo
del Padrenuestro, la oración que Jesús nos enseñó.
Al
finalizar, el paso llevado en todo momento a hombros de los cofrades inició su
recorrido por las calles de la ciudad, en dirección a la colegiata de Santa
María, en la que hizo su entrada pasada ya la medianoche. De allí volverá a salir
en la comitiva del Entierro de Cristo, tras haber presidido el “velatorio” en
compañía de la imagen de la Virgen de los Dolores, en la capilla de San José.
La razón por la que ubica allí es por tratarse de la sede de una cofradía que
agrupa a carpinteros y fusteros, profesión que, como San José, también ejerció
Cristo en los años de su vida oculta.
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