En la
noche del Miércoles Santo, cuando en el cielo brillaba una luna que, en su
plenilunio coincidirá con la Pascua, se celebraron en Borja dos importantes ceremonias.
La primera de ellas fue la del encuentro del paso de la Verónica con el de
Jesús con la Cruz a cuestas, en la plaza de España, con la participación de
varias cofradías.
El
acto dio comienzo con la entrada en la plaza, procedente de la calle de la
Concepción, de la cofradía de Ntra. Sra. de los Dolores y Jesús camino del
Calvario, de Bulbuente, con su estandarte al frente y sus llamativos mantos
blancos. Esta cofradía ofrece la particularidad de que, junto a sus bombos,
llevan gaitas en lugar de cornetas.
Inmediatamente después,
y por la calle Nueva, llegó la cofradía del Santo Cristo de la Capilla de
Ainzón con su Agrupación de Cornetas, Tambores y Bombos, vistiendo hábito y tercerol rojos, con vivos blancos, la cual pasó a ocupar el
lugar previamente establecido en la plaza.
A ella le seguía el paso de Jesús con la Cruz
a cuestas que porta la cofradía de San Antón de Borja, antigua de la Sangre de
Cristo, cuyos miembros visten hábito negro con capirote y vivos de color
morado.
La última
en llegar, a través de la calle Mayor y Costa fue la cofradía de San Sebastián
y la Verónica, con sus túnicas granates y capirote y faja negros.
Con ella llegó el paso
de la Verónica que, entre sus manos,
portaba un lienzo blanco, yendo a situarse frente al de Jesús con la Cruz a
cuestas que ya le esperaba en la plaza.
Presidía la procesión
el Párroco de Borja D. Carmelo Roy Blasco, acompañado en esta ocasión por el
sacerdote mexicano D. Miguel Romero Gamarillo que está estos días entre
nosotros y que procede de la diócesis de Puebla de los Ángeles cuyo primer
obispo fue precisamente el dominico borjano fray Julián Garcés.
En
medio de un impresionante silencio, tras el redoblar de los tambores, los pasos
fueron aproximándose hasta que en lienzo de la Verónica quedó impresa la faz de
Cristo, como según la tradición acaeció al enjugar esa mujer el rostro del
Señor en su camino al Calvario, un hecho que no relatan los evangelios
canónicos, sino el apócrifo de Nicodemo, a pesar de lo cual la Iglesia lo ha
aceptado e incorporado a una de las estaciones del Via Crucis.
Es
preciso destacar el orden y la dignidad que reinan en este acto, con una
perfecta conjunción de las diferentes cofradías participantes, algo que no es
sencillo y que, en buena medida, es posible gracia a la labor de Laura Lacleta
que coordina los movimientos de todos, auxiliada por otros eficientes colaboradores,
hombres y mujeres de la su cofradía.
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