domingo, 29 de septiembre de 2019

Espectáculos taurinos y derechos individuales


         Es bien conocida nuestra oposición a los llamados “espectáculos taurinos” en las calles, dado que siempre hemos considerado que el ámbito adecuado para los mismos son las plazas especialmente habilitadas para este fin, bien con carácter estable como portátil. Además de ser mucho más vistosos, ofrecen mayor comodidad para que las personas interesadas en ellos puedan contemplarlos, sin ocasionar molestias innecesarias al resto de los ciudadanos.




         Además, en el caso de Borja, la supuesta “tradición” de los mismos es muy relativa. En otras ocasiones hemos comentado que los encierros cobraron carta de naturaleza a partir de 1955, con la particularidad de que, en los primeros años, tenían lugar al estilo de Pamplona. Las vacas salían del corral situado en la calle Mayor para ser conducidas hasta los de la plaza de San Francisco, siendo retiradas las vallas inmediatamente después del paso del ganado. En el caso de los “toros de ronda” la costumbre es aún más reciente, pues los primeros documentados tuvieron lugar en 1987.




         Pero el motivo de este comentario es el de llamar la atención sobre las consecuencias que tiene la instalación de los vallados. Concretamente, el pasado jueves una persona discapacitada llegó a Borja, viéndose impedida de entrar en su domicilio, debido a que el acceso a la casa se encontraba cerrado por una de las vallas. Tuvo que intervenir la Policía Local para elevarla sobre el mismo, junto con el equipaje, lo cual es de agradecer.
         Transcurridos varios días desde la finalización de las fiestas los obstáculos permanecen, siendo preciso sacarla, en las contadas ocasiones que para efectuar la compra debe hacerlo, con la ayuda de unas escaleras, a pesar de que ya solicitó su retirada en el Ayuntamiento. Quien le atendió, adujo que siempre había habido una valla en ese lugar, lo cual es cierto. Pero lo que no explicó es que, anteriormente, los laterales de la misma eran practicables, cosa ahora imposible por ser fijos.
         No es la primera vez que ocurre, aunque el año pasado la valla fue retirada tan pronto como lo solicitó. En esta ocasión, un miembro de la Brigada Municipal intentó retirar uno de los laterales metálicos, en la tarde del viernes y en la mañana de ayer sábado, sin conseguirlo. Esperamos que el problema se resuelva con celeridad, pues no tiene sentido hablar de una “ciudad accesible”, cuando uno de sus vecinos encuentra graves dificultades para algo tan elemental como entrar y salir de su casa. No queremos incidir en otra consecuencia de esta situación, como la contusión sufrida por otro anciano cuando intentó auxiliar a la discapacitada, ya que saltar esa valla puede ser muy sencillo para personas jóvenes, pero no lo es cuando el paso de los años causa estragos en las de más edad.

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