martes, 10 de enero de 2012

En recuerdo del cardenal Don Vicente Casanova y Marzol

            Heraldo de Aragón, en su edición de ayer, insertaba un artículo de D. Juan Antonio Gracia en el que, con el titulo de “Santos Abril, un cardenal aragonés”, destacaba la “promoción del turolense Santos Abril y Castelló” en el próximo consistorio convocado por S. S. Benedicto XVI. Con este motivo afirmaba que “no abundan los eclesiásticos aragoneses que, a lo largo de la historia, hayan sido cardenales. Si no me fallan los datos, desde 1895 hasta hoy, solo ha habido tres. Cascajares y Azara Bardají, nacido en Calanda; Bueno Monreal, natural de Zaragoza; y Javierre Ortas, de Lanaja”.
            Desgraciadamente, al destacado eclesiástico y periodista se le olvidó, al menos, el nombre de otro aragonés: D. Vicente Casanova y Marzol, nacido en Borja el 16 de abril de 1854 y creado cardenal por S. S. Pío XI, en 1925.
            No debe extrañarnos que la figura del ilustre purpurado borjano se haya olvidado en Aragón cuando, en su propia ciudad natal, se ha hecho todo lo posible por difuminarla.




            Casanova nació en esta modesta casa en la que jamás se instaló una placa que señalara este hecho. Ordenado sacerdote en 1881, desempeñó su ministerio pastoral en Maluenda y, posteriormente, en Alfaro que, en aquellos momentos, pertenecía a la diócesis turiasonense. En 1892, obtuvo, por oposición, la plaza de rector de la parroquia del Buen Consejo de Madrid. Allí se encontraba destinado cuando el 19 de diciembre de 1907 fue nombrado obispo de Almería.





            Tras su consagración el 25 de marzo de 1908, viajó a Borja para celebrar una Misa pontifical, en honor a la Virgen de la Peana. Con este motivo, el M. I. Ayuntamiento de Borja que presidía D. José María San Gil y del que era Primer Teniente de Alcalde D. Baltasar González tomó el acuerdo de dar su nombre a la plaza en la que nació. Ochenta y cuatro años después, el primer ayuntamiento socialista de la nueva etapa democrática, decidió eliminar su nombre del callejero borjano, junto con el de otros sacerdotes, retomando la plaza el primitivo nombre de “Plaza del Olmo”.




            En 1921, fue promovido a la sede metropolitana de Granada, lo que fue celebrado por sus paisanos, pero la alegría se desbordó, de manera especial, al tener noticia, cuatro años después, de su promoción al cardenalato. Su primera visita tuvo especial relieve. Las calles se engalanaron y se conservan fotos de la fachada de la Casa Consistorial con la decoración instalada en su honor. Fue en ese momento cuando, por acuerdo unánime de la corporación municipal, se le concedió el nombramiento de “Hijo Predilecto de la ciudad”.



 

En correspondencia a este gesto, el cardenal regaló el retrato que, desde entonces, ha estado situado en el despacho del Sr. Alcalde, salvo durante el segundo mandato socialista en que fue retirado, retornando recientemente.




            No es el momento de señalar los méritos de este gran borjano que falleció en Zaragoza el 23 de octubre de 1930, cuando se encontraba participando en el III Congreso Catequético Nacional. Sus restos reposan en el presbiterio de la catedral de Granada, bajo una sencilla lápida.
            En Borja se conservan el anillo episcopal y el pectoral que le regalaron sus paisanos, así como el báculo donado por el cabildo de párrocos de la capital de España, joyas que donó a la Virgen de la Peana.





            Aquí pasó muchos veranos de su vida, en la casa que se hizo construir en la calle Camacho, en cuya fachada lucían sus armas episcopales. Derribada la casa, pudo salvarse el escudo que hoy se exhibe en el Museo de la Colegiata, junto con otro de sus retratos, el realizado al ser nombrado obispo de Almería, con la imagen de la parroquia de San Miguel en la que fue bautizado. Tanto este retrato, como el anteriormente citado, fueron obra de D. Baltasar González con quien mantuvo una cordial relación.





            Hemos querido recordar aquí a uno de los más destacados borjanos, no tanto por el olvido derivado del artículo que le ha dado origen, sino para evitar que su memoria se pierda aún más en la ciudad donde nació, a la que tanto quiso, y cuyas armas figuran en jefe en las suyas episcopales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario