El Diccionario de la Real Academia Española
define la voz “parra” como una vid levantada artificialmente y que extiende
mucho sus vástagos. Pues bien, en el pasado las parras eran habituales en nuestras
calles. Muchas personas las plantaban junto a las puertas y crecían a lo largo
de las fachadas.
Publicamos hoy algunos testimonios gráficos de esta
costumbre. Sin duda, uno de los más llamativos corresponde a la imagen
superior. Se trata de la calleja de Magallones, fácilmente identificable porque
al fondo se ve el piso superior del colegio de Santa Ana. No sólo llama la
atención la densa población de parras sino el estado del pavimento en aquellas
fechas.
Esta
otra, de la plaza de San Francisco, ofrece algunos aspectos interesantes.
Además de ver a los animales de labor abrevando en la fuente que, antiguamente,
se llamó brollador de San Francisco, la casa de la parra corresponde al mesón
diseñado por el arquitecto Agustín Sanz, a finales del siglo XVIII, que nunca
llegó a terminarse. En el momento de la fotografía todavía constituía una
unidad y, por lo tanto, permite apreciar las dimensiones que hubiera tenido el
citado mesón.
En
esta última se ve una parra en la calle de San Francisco, así como un carro “aparcado”
en ella pues aunque todos disponían de cocheras para guardarlos, no era
infrecuente su estacionamiento en la vía pública.
Según
se afirma, las parras desaparecieron a raíz de una tasa municipal que gravaba
con una pequeña cantidad a sus propietarios, los cuales para evitarla
decidieron masivamente arrancarlas.
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