Hoy
celebramos el Día de la Constitución que los españoles nos dimos en 1978 y que,
durante estos años, ha sido el marco que ha regido la convivencia ciudadana y
garantizado los derechos y deberes de todos los ciudadanos.
Es
bien conocido que en el encabezamiento del documento original aparecía el escudo
de España, entonces vigente y que, más tarde, fue modificado. Curiosamente, la
carta constitucional no se pronunció sobre este aspecto, aunque sí lo hizo
sobre los colores de la bandera. Sobre este último aspecto hay una curiosa
anécdota, pues en la redacción inicial se especificaba que los colores de la
misma eran el rojo y el gualda. Durante el paso por el Senado, D. Camilo José
Cela, senador por designación real, introdujo una enmienda que vino a modificar
esa descripción por la de “rojo y amarillo”. Lo que ocurre es que, en
Vexilología, hay muchos tipos de amarillo. Por ejemplo no es igual el amarillo
de la bandera de Brasil que el de Alemania. Por eso, fue preciso aprobar una
Ley en la que se aclaraba que el “amarillo” español era el “gualda”.
En
el caso del escudo las reticencias procedían del hecho de que ese diseño había
sido utilizado por el régimen anterior, lo cual era cierto.
Sin
embargo, su origen era mucho más antiguo, pues el escudo con el águila de San
Juan era el de los Reyes Católicos y el yugo y las flechas que le acompañaban
también estaban relacionados con los mismos monarcas.
Se
han conservado numerosos testimonios en documentos y monumentos de estos símbolos
que, tradicionalmente, han sido explicados por el hecho de que la inicial de “Flechas”
es la “F” de Fernando el Católico, mientras que la “Y” de yugo hace alusión al
nombre de Isabel o Ysabel.
Sin
embargo, en una reciente publicación de la Institución “Fernando el Católico”,
el Prof. D. Juan Francisco Esteban Lorente recordaba un trabajo de D. José Luis
Mingote, también publicado por la Institución en 2005, en el que ofrecía una
nueva interpretación de estas empresas. Fue, tras la victoria de Toro, en 1476,
cuando los reyes otorgaron el perdón a los nobles rebeldes y, entonces, la
reina Isabel adoptó como empresa un haz de 11 flechas atadas por el centro y
con las puntas hacia el suelo, haciendo referencia a su decisión de no
condenarlos a muerte. Por su parte, el rey Fernando optó por el yugo para
indicar que, a partir de ese momento, los nobles deberían someterse a los
monarcas, por voluntad o por la fuerza.
Que
las flechas están dispuestas con sus puntas hacia abajo, en la heráldica de los
Reyes Católicos, es algo evidente en todas las representaciones y en ello se
diferencian del emblema utilizado por otros movimientos políticos.
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