Verdaderamente fue precisa una enorme dosis de entusiasmo para llevar a cabo la representación del dance y el paloteado en las condiciones extremas que marcaban las altas temperaturas registradas en la mañana del pasado día 24. Pero ellas no fueron obstáculo para que a la hora fijada, la imagen de San Bartolomé partiera de su iglesia, en dirección a la plaza del Olmo, para presidir el dance.
Delante de ella marchaban los diferentes
grupos de danzante, los más jóvenes ataviados con el traje tradicional
(pantalón y camisa blanca, con faja roja y pañuelo al cuello) que nunca debió ser
cambiado. Los mayores con la nueva indumentaria sugerida por una supuesta
investigadora.
Una vez en la plaza, protegidos por las
lonas que la cubrían, que aliviaron en parte el calor, comenzó la
representación del dance (la parte hablada), con las intervenciones de mayoral
y rabadán, los dichos y las competencias.
La irrupción del diablo amenazó con
quebrar el clima festivo, aunque el ángel del Señor, armado con espada, acabó
con las pretensiones del maligno y pudo dar comienzo el paloteado. Es justo
destacar la magistral interpretación de lo que aquí se conoce como “sainete”,
esa lucha entre el Bien y el Mal que es característica de muchos de los dances
aragoneses.
Se fueron sucediendo después los
diferentes bailes interpretados por chicos y mayores: palos, cintas y arcos de
flores, todos ellos llevados a cabo con precisión y brillantez, hasta culminar
en ese castillo de flores que aparece en la última imagen.
En Borja, el paloteado se baila al son
de la Agrupación Musical Borjana que, a pesar de su atuendo de verano, tuvo que
hacer frente también a las altas temperaturas que llegaron a provocar alguna
crisis entre el público asistente que, como era lógico, era menos numeroso que
en ocasiones anteriores.
Por ello, hay que reconocer el esfuerzo
realizado por todos los intervinientes para mantener viva una de las
principales tradiciones borjanas, asociada a las fiestas de San Bartolomé.
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