Todos los habitantes de Borja de cierta edad han oído hablar de “las monedas del pastor”, un tesorillo de denarios ibéricos que fue encontrado en nuestra ciudad, oculto en el interior de una vasija de barro, antes de la Guerra Civil.
Lo dio a conocer Gómez
Moreno en 1949 y, en 1953, Clarisa Millán publicó un trabajo a partir de 146
piezas procedentes del mismo que se conservan en el Museo de Zaragoza. Pero,
fueron muchísimas más las que lo integraban y, aunque los especialistas, están
de acuerdo en que pertenecían a cinco cecas: Baskunes (Pamplona), Arsaos
(Sangüesa), Arecoratas (Muro de Ágreda), Sekobirices (Saelices,
Cuenca) y Turiasu (Tarazona), aún está pendiente un estudio detallado
del mismo, entre otras razones porque se dispersó muy pronto.
Afortunadamente, en el
Museo Arqueológico de Borja se conserva un ejemplar de cada una de esas cinco
cecas, reunidas por nuestro Centro que, también, conserva un ejemplar de gran
calidad, “flor de cuño”.
Pero,
mientras que las “monedas del pastor” forman parte del imaginario popular,
suele pasar desapercibido el “pastor de las monedas”, el hombre que las
encontró al que hoy queremos volver a recordar, gracias a los datos que nos proporcionó
D. Miguel Ángel Borobia y que dimos a conocer hace once años en este blog.
Se
llamaba Nicolás Domínguez Magallón y había nacido en Litago, en cuya iglesia
parroquial fue bautizado el 3 de diciembre de 1883. Era hijo de Felipe
Domínguez y de Felipa Magallón, ambos naturales de esa localidad en la que el
padre ejercía como pastor.
Su
hermana María contrajo matrimonio en Borja con Andrés Jiménez y fue la que lo
trajo aquí, donde siguió con la profesión del padre. Cuidando a sus ovejas,
encontró, de manera casual, la “olla” repleta de monedas. Muchas personas
adquirieron algunas, generalmente en grupos de 13 para formar las arras que se
utilizaban en las bodas. Pero otras monedas eran entregadas, como cambio menor,
en la carnicería de su hermana cuando no disponía de monedas de curso legal.
La
célebre olla se conservó en una repisa que estuvo situada a la entrada del
Grupo Escolar y, después, pasó al aula donde impartía sus clases D. José María
Castellot en la que llegamos a verla. Finalmente, se trasladó a un pequeño
museo que se formó en ese centro escolar, cuyos fondos fueron saqueados durante
unas obras de remodelación, relativamente recientes.
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