martes, 28 de enero de 2025

El pastor de las monedas

 

           Todos los habitantes de Borja de cierta edad han oído hablar de “las monedas del pastor”, un tesorillo de denarios ibéricos que fue encontrado en nuestra ciudad, oculto en el interior de una vasija de barro, antes de la Guerra Civil.

Lo dio a conocer Gómez Moreno en 1949 y, en 1953, Clarisa Millán publicó un trabajo a partir de 146 piezas procedentes del mismo que se conservan en el Museo de Zaragoza. Pero, fueron muchísimas más las que lo integraban y, aunque los especialistas, están de acuerdo en que pertenecían a cinco cecas: Baskunes (Pamplona), Arsaos (Sangüesa), Arecoratas (Muro de Ágreda), Sekobirices (Saelices, Cuenca) y Turiasu (Tarazona), aún está pendiente un estudio detallado del mismo, entre otras razones porque se dispersó muy pronto.

Afortunadamente, en el Museo Arqueológico de Borja se conserva un ejemplar de cada una de esas cinco cecas, reunidas por nuestro Centro que, también, conserva un ejemplar de gran calidad, “flor de cuño”.

         Pero, mientras que las “monedas del pastor” forman parte del imaginario popular, suele pasar desapercibido el “pastor de las monedas”, el hombre que las encontró al que hoy queremos volver a recordar, gracias a los datos que nos proporcionó D. Miguel Ángel Borobia y que dimos a conocer hace once años en este blog.

         Se llamaba Nicolás Domínguez Magallón y había nacido en Litago, en cuya iglesia parroquial fue bautizado el 3 de diciembre de 1883. Era hijo de Felipe Domínguez y de Felipa Magallón, ambos naturales de esa localidad en la que el padre ejercía como pastor.

         Su hermana María contrajo matrimonio en Borja con Andrés Jiménez y fue la que lo trajo aquí, donde siguió con la profesión del padre. Cuidando a sus ovejas, encontró, de manera casual, la “olla” repleta de monedas. Muchas personas adquirieron algunas, generalmente en grupos de 13 para formar las arras que se utilizaban en las bodas. Pero otras monedas eran entregadas, como cambio menor, en la carnicería de su hermana cuando no disponía de monedas de curso legal.

         La célebre olla se conservó en una repisa que estuvo situada a la entrada del Grupo Escolar y, después, pasó al aula donde impartía sus clases D. José María Castellot en la que llegamos a verla. Finalmente, se trasladó a un pequeño museo que se formó en ese centro escolar, cuyos fondos fueron saqueados durante unas obras de remodelación, relativamente recientes.


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