La
publicación ayer de una referencia a las cigüeñas, en relación con la fiesta de
San Blas, ha despertado el interés de algunos medios de comunicación, como
viene siendo habitual últimamente.
En
concreto, el Presidente del Centro de Estudios Borjanos fue entrevistado por
Onda Cero, en directo, a las 19,35 de la tarde para abordar los problemas que
estas aves plantean en determinados monumentos.
En
primer lugar, quiso poner de manifiesto que la cigüeña es una especie protegida
en España desde 1990 y, por otra parte, la trasposición de determinadas
directivas comunitarias y la adhesión a tratados internacionales ha reforzado
ese nivel de protección.
Destacó
también la función que estas aves cumplen, por su acción plaguicida, en los
campos de cultivo, razón por la cual han gozado siempre de gran simpatía entre
la población, reforzada por la belleza de su contemplación.
Lo
que ocurre es que el equilibrio existente ha experimentado un cambio sustancial
debido al incremento de su población. Basta con recordar que hacia los años 70
del pasado siglo el número de parejas contabilizadas en Aragón no llegaba a las
60, mientras que, en la actualidad, algunos estudios afirman que superan las
1.500.
La
elección de los monumentos para establecer sus nidos tiene influencias muy
perniciosas sobre el Patrimonio Cultural, especialmente cuando, como ocurre en
Gallur, se registra una gran concentración. Recordó que muy cerca de aquí, en
la antigua colegiata de Alfaro, se encuentra la colonia más numerosa de Europa,
donde ha llegado a haber más de 400 ejemplares.
Los
daños producidos son consecuencia de tres factores. Por un lado, el meramente
mecánico, ya que un nido puede llegar a pesar cerca de 500 kilos. Está también
el efecto corrosivo de las deyecciones, unido a la ingestión de pequeñas
piedras para favorecer su digestión que arrancan de pináculos y de los
elementos prominentes de determinadas imágenes de las fachadas. Sin embargo, a
veces se olvida la acción de los microorganismos que se desarrollan al amparo
de sus deyecciones.
Que
el problema es importante, lo demuestra la atención dispensada por determinadas
entidades dedicadas la protección del Patrimonio, como el Instituto del
Patrimonio Andaluz o el Instituto del Patrimonio Español, del Ministerio de
Cultura, que celebró en 2009, una reunión científica con este fin.
Estamos,
por lo tanto, ante la colisión de dos intereses, el ecológico y el patrimonial,
sin que se hayan encontrado fórmulas adecuadas para compaginarlos, pues la colocación
de nidos disuasorios no ha tenido el efecto deseado y, en ocasiones,
constituyen un problema añadido por el peso de sus anclajes metálicos.
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