En
el archivo fotográfico de la familia Ojeda se encuentra esta imagen que
impresiona y provoca una sensación de especial desasosiego, al contemplar a
este grupo de niñas, por otra parte alegres y sonrientes, que constituye un
espectacular testimonio sociológico de nuestra ciudad, a comienzos del siglo
XX.
Porque,
junto a los trajes que visten, lo que llama la atención es el aspecto
especialmente desaliñado de algunas de ellas, concretamente las de la fila
superior. Indudablemente, la fotografía ha sido preparada, pues hay un banco en
el que se sientan algunas y el grupo ha sido convenientemente organizado. Pero,
en principio, no podemos dudar de que sea un reflejo de la realidad y de que
las reunidas en un emplazamiento difícil de precisar, sean chicas que vivían
aquí en una situación que, al menos, desde el punto de vista de la higiene
personal no era el óptimo aunque, por otra parte, no presenten rasgos de
desnutrición, sino que su aspecto es saludable.
Hay
que tener en cuenta que, en la segunda mitad del siglo XIX, Borja había visto
crecer su población con la llegada de personas atraídas por el auge
experimentado por el cultivo de la vid. Eran trabajadores de limitados recursos
que emplearon viviendas excavadas en el cerro de la Corona, conservándose
los expedientes de concesión, por parte del Ayuntamiento, de espacios para su
uso como alojamientos.
Aunque
las condiciones ambientales de esas cuevas no eran excesivamente malas, dado
que mantienen una temperatura estable, la carencia de agua representaba un
grave problema, pues había que acarrearla desde la zona baja del casco urbano,
en penosas condiciones. Tampoco era factible la evacuación de excretas, pues ni
allí ni en el resto de la ciudad había una red de saneamiento, aunque en las zonas
bajas los corrales o los huertos cercanos, servían para ese cometido.
Los
moradores de las cuevas constituían, en cierto modo, un grupo marginal, siendo
conocidos con el apelativo de “bodegueros”. La falta de escolarización entre
los niños era mucho más acusada y, casi total entre las niñas. Probablemente,
el autor de la fotografía quiso reflejar esa realidad que contrasta
significativamente con la siguiente imagen.
En
este caso nos encontramos ante un grupo de niños. La característica fotografía
escolar que aquí reúne a dos “grados” con sus correspondientes maestros.
Aunque, como la anterior, no aparece datada, podemos considerarlas coetáneas.
Llama
la atención, además de la prestancia de los maestros, el hecho de que todos los
niños aparezcan rapados, aunque entre ellos destaca el que ocupa una posición
central, con su media melena. No cabe duda de que, al margen de las modas del
momento, este drástico corte de pelo obedecía a razones higiénicas. No hace
mucho, nos preguntaron sobre el nombre con el que es conocida la travesía de la
N-122, el “Espiolla”. Nuestro interlocutor quería saber si hacía referencia a
algún determinado personaje local, cuando en realidad vino determinado porque
allí, junto al lavadero, se realizaba el prosaico cometido de “espiojar” a los
niños. El verbo “espiollar” es gallego y no aparece recogido en los
diccionarios aragoneses. De ahí que el término haya planteado problemas a destacados
lingüistas, como el Prof. Frago Gracia que lo define como “de origen incierto”,
señalando que “supone un notable arcaísmo” propio de Borja y lo relaciona con
el topónimo “Espedolla” que fue un lugar, próximo a Ribaforada, que quedó
deshabitado en el siglo XIII, aunque es altamente improbable esta vinculación.
La tradición local se inclina por la primera posibilidad, aunque no deje de ser
significativa la presencia de un “galleguismo” en el vocabulario borjano.
Dejando
al margen estas disquisiciones semánticas, podemos señalar otro aspecto de la
imagen anterior, el de la diversa procedencia de los alumnos, atestiguada por
la variedad de sus trajes que va desde las blusas a los trajes de marinero, con
algunos niños con corbata e, incluso, con cuello vuelto. Ello significa que la
escolarización ya era una realidad entre los varones, aunque en el caso de las
mujeres no se había producido, si bien en esos momentos ya se estaban dando los
primeros pasos.
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