En
diversas ocasiones hemos manifestado nuestra preocupación por las pintadas que,
con cierta frecuencia, afectan a diversos monumentos borjanos. Pintar en las
paredes es una práctica habitual en muchos lugares y Borja no es ajena a ella,
como puede apreciarse en zonas como las escaleras que desde la Casa de las
Conchas conducen a la calle de San Jaime.
Pero,
cuando las pintadas se realizan en edificios protegidos, el hecho cobra una
nueva dimensión, por su carácter vandálico. Esto es lo que ha ocurrido el
pasado fin de semana con la pintada aparecida en el zócalo de piedra de la casa
palacio de los Navascués, antes de los Ferrández.
No
es la única que la misma mano llevó a cabo en la calle de Coloma. Sabemos que,
por parte del M. I. Ayuntamiento, se va a proceder a su limpieza, una actuación
que representa un gasto significativo. De ahí la necesidad de que, en casos
como el que nos ocupa, se proceda a la identificación de los responsables para
que, al menos, asuman este coste.
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