La última etapa del
recorrido por las localidades en las que vivió D. Severino Aznar Embid nos
llevó hasta Calcena, donde inició sus primeros estudios y comenzó a forjar su
carácter. Era entonces una villa populosa, con un gran pasado histórico,
vinculado a los obispos de Tarazona que tenían allí su lugar de residencia
estival.
Sobre
su caserío destaca la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de los Reyes, edificada
en el siglo XVI sobre una antigua construcción románica de la que se conserva
una de las portadas.
Con la
tipología propia de las llamadas iglesias de “planta de salón”, impresiona por
su magnificencia y por el importantísimo patrimonio artístico que atesora.
Acerca del mismo ya hemos publicado otros artículos pero, en esta ocasión, la
visita tenía un carácter sentimental para que nuestro invitado pudiera imbuirse
del ambiente de un espacio en el que D. Severino sentó las bases de su
formación cristiana.
Se dio
la circunstancia de que ese día coincidió con las Fiestas Patronales en honor
de la Virgen del Rosario y de Santa Constancia, cuyo relicario se encontraba
sobre la mesa del altar en el que acababa de celebrar la Eucaristía. Santa
Constancia fue una de las Once Mil Vírgenes cuya reliquia llegó a la villa, en
1602, traída desde el monasterio de Mariekamp (Alemania), por el capitán D.
Juan de Zornoza y Guisasa, natural de Calcena.
Las
fiestas, al igual que ha ocurrido en otros municipios, ha sido trasladada al
mes de agosto para favorecer la presencia de todos aquellos calcenarios que
ahora residen fuera de su lugar natal.
En la plaza, junto al reconstruido arco de acceso, estaban compartiendo el
vermú ofrecido por el Ayuntamiento.
Allí
saludamos al Párroco, D. Nicolás Sebastián Hornos, también nacido en Calcena,
quien nos mostró el edificio de las antiguas escuelas en las que D. Severino
estudió las primeras letras. En su fachada se encuentra la placa que le fue
dedicada, al dar su nombre a la misma.
Comimos
en el Albergue Municipal que está emplazado en el antiguo cuartel de la Guardia
Civil. Después, nos acercamos hasta las nuevas escuelas, que llevan el nombre
de D. Severino y que, ahora, acogen al Centro de Interpretación del Parque
Natural del Moncayo.
El
regreso lo efectuamos por Purujosa, entrando en tierras castellanas por Beratón
y, tras una breve parada en Ágreda, llegamos a Borja por la N-122 poniendo fin
a un recorrido sumamente interesante que tan sólo se vio afectado por el calor
reinante durante toda la jornada.
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