El
historiador D. David Ferrer Gómez nos ha remitido la imagen de este lienzo en
el que le ha sorprendido encontrar a un miembro de la familia Borja contrayendo
matrimonio con una princesa inca.
Efectivamente
en la obra se representa la boda del capitán Martín de Loyola con Beatriz de
Ñusta y la de la hija de ambos Ana María Lorenza con D. Juan Enríquez de Borja,
aunque la pintura tiene un carácter simbólico, dado que cuando se casó Ana
María su padre ya había fallecido.
El
cuadro se conserva en el Museo Virreinal “Pedro de Osma” de Lima, aunque de
este tema existen varias versiones, a partir de la original que fue encargada
por la Compañía de Jesús para su iglesia de Arequipa.
La
primera de estas imágenes corresponde al de la citada iglesia, mientras que el
segundo está en la iglesia del beaterio de Copacabana en Lima.
La
reiteración de este motivo iconográfico obedece al interés de los jesuitas por
resaltar en el enlace de familiares de dos de los santos más destacados de la
orden con mujeres de la nobleza inca. De ahí que, como eje de la composición
aparezcan su fundador San Ignacio de Loyola, con el libro en la mano, y San
Francisco de Borja que sostiene la calavera que constituye uno de sus
atributos, teniendo al fondo el anagrama de la Compañía de Jesús.
D.
Martín García Óñez de Loyola era nieto del hermano mayor de San Ignacio de
Loyola y se había distinguido en la conquista del Perú, siendo quien
posteriormente capturó al último inca Tupac Amaru. Contrajo matrimonio con la
única descendiente de Sayri Tupac, hijo de Manco Inca y de Culchima Caype, que
fue el primero de los incas “rebeldes” establecidos en Vilcabamba tras la
conquista. Después de la muerte de Tupac Amaru, Dª. Beatriz Clara Coya era, por
lo tanto, la heredera nominal del imperio inca.
Tras
su unión con el sobrino nieto de San Ignacio le acompañó a Chile, territorio
del que había sido nombrado Gobernador y donde murió, combatiendo con los
indios mapuches el 23 de diciembre de 1598. Al quedarse viuda regresó a Cuzco,
acompañada por la única hija del matrimonio Ana María Lorenza, que había nacido
en Concepción (Chile).
Después
de morir su madre, Ana María fue enviada a España y aquí se casó con D. Juan
Enríquez de Borja y Almansa era hijo de D. Álvaro de Borja y Castro y de Dª.
Elvira de Almansa y de Rojas. D. Álvaro era el cuarto hijo de San Francisco de
Borja, del que, por lo tanto, D. Juan era nieto.
Nacido
en Alcañices en 1573, fue Capitán General de la Armada de Barlovento y
caballero de Santiago, cuya cruz luce en el traje, así como la venera en la
venera del collar. Había estado casado con su prima Dª. Juana Gurrea de Aragón
y Zaporta, con la que sólo tuvo una hija que profesó en el convento de
Jerusalén de Zaragoza, que había fundado mosén Juan de Coloma.
De su
matrimonio con la princesa inca tuvo cuatro hijos y cuatro hijas, tres de las
cuales profesaron en el convento de las Comendadoras de Valladolid.
En Ana
María además de su condición de heredera del imperio inca, recaía el señorío de
la casa de Loyola. Felipe III quiso honrarla creándola I marquesa de Santiago
de Oropesa, además de Adelantada del valle de Yucay, que formaba parte de su
herencia incáica.
Por lo
tanto, es cierto que un Borja se casó con la heredera de los antiguos soberanos
del Perú que, además era pariente de San Ignacio de Loyola. De ahí el interés
de los jesuitas que, para favorecer su implantación en aquellos territorios, por
resaltar la vinculación de la Compañía con la nobleza indígena. Hay que tener
en cuenta que los cuadros que estamos comentando fueron pintados muchos años
después de esos matrimonios a los que se refieren.
Conviene
señalar que, además de los descendientes de esta rama de los antiguos incas,
existen otros muchos relacionados con ellos. El mestizaje fue algo habitual y,
concretamente, el propio Francisco Pizarro se casó con una hermana de
Atahualpa, Inés Huaylas Yupanqui, con la que tuvo dos hijos. Tanto a la esposa
como a los niños los trató con especial cariño y ella le correspondió en
circunstancias muy difíciles, pues fue quien consiguió las tropas indígenas que
lograron levantar el cerco al que había sido sometida Lima por Manco Inca. Sin
embargo, Inés se enamoró después de su paje Francisco Ampuero y Pizarro decidió
separarse de ella, aunque no le permitió llevarse a los hijos del matrimonio.
De esa unión entre la princesa inca y el paje Francisco Ampuero, desciende
entre otros el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa.
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