En los
últimos días hemos conseguido varias obras relacionadas con Juan David García
Bacca. Corresponden a autores que, en mayor o menor medida, citan al ilustre
filósofo. Este es el caso de Las culturas
fracasadas. El talento y la estupidez de las sociedades, del Prof. D. José
Antonio Marina, en el que reflexiona de forma muy amena sobre las razones por
las que las sociedades toman decisiones que llevan a su destrucción y, en
definitiva sobre la relación entre el individuo y la sociedad. Uno de sus
apartados está dedicado al orden externo y la Cultura, afirmando que las
instituciones son un ejemplo de inteligencia social objetivada. “la familia, el
Estado, el Derecho, los sistemas educativos etc. son herramientas sociales. Se
parecen al teléfono móvil, a internet, al motor de explosión, porque todos
concentran gigantescas sumas de conocimientos”, Y es aquí cuando cita a García
Bacca “uno de los pocos metafísicos admiradores de la técnica”, porque para él “un
motor de explosión es un tratado material de lógica”.
Los maestros de la sospecha. Marx, Nietzche,
Freud, es una obra del Prof. D. Francesc Torralba, publicada por Fragmenta
Editorial en 2013, en la que expone con claridad y rigor la aportación de cada
una de esos tres autores a la crítica de la religión y de la antropología
vigentes. Para él, nada volverá a ser pensado de la misma forma ni nadie
quedará impune tras pasar por los que denomina “los maestros de la sospecha”. Afirma
que el hombre se encuentra en medio de un campo de batalla entre cosmovisiones
distintas y en algunos aspectos enfrentadas las unas con las otras. Es aquí
donde hace referencia a la Antropología
filosófica del siglo XX, de García Bacca, señalando que, para nuestro
autor, el hombre ha pasado de ser un tema a ser un problema en el siglo XX, no
por una casualidad histórica, sino como consecuencia de una crítica radical a
los antiguos planteamientos.
Muy
diferente es el caso de Cuba: Hablo
contigo, sigo hablando contigo, de José Manuel Castañón, un singular
personaje, nacido en Pola de Lena que combatió en el bando republicano y
después en la División Azul: “he sido voluntario de dos guerras y en las dos de
la parte que no tenía razón”, afirmaba sorprendentemente. Licenciado en Derecho
por la Universidad de Oviedo, terminó siendo encarcelado y, en 1958, se exilió
en Venezuela, de donde no regresó hasta 1977. Durante su etapa venezolana,
escribió numerosas obras literarias. Publicó después dos libros dedicados a
Cuba, país que visitó en varias ocasiones y de cuyo régimen se convirtió en
ardiente defensor. En este segundo alegato de su amor por la isla que estamos
comentando cita reiteradamente a “el sabio García Bacca” cuyo Humanismo
teórico, práctico y positivo según Marx, “debieran leer todos los conservadores
para evolucionar más en espíritu”. Dedica a nuestro autor todo un apartado,
titulado “Valiente don Juan David García Bacca”. Buena parte de su admiración
hacia García Bacca proviene de la lectura de la recopilación de Ensayos que, con prólogo de Florentino
Martino se publicó en 1970 y que, a su regreso a España, le regaló su amigo
Luis Torre. Sus encendidos elogios al trabajo de nuestro autor merecen ser
leídos.
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