viernes, 27 de marzo de 2020

Reflexiones en torno a la epidemia


         Teníamos previsto recabar la opinión de un especialista en torno a cuestiones que nos preocupan, como la duración del aislamiento al que estamos sometidos y que corre el riesgo de alargarse más de lo inicialmente previsto.
         Sin embargo, algunas imágenes y noticias difundidas ayer por los medios de comunicación nos han provocado algunas reflexiones que queremos compartir.

         ABC publicó esta ingeniosa viñeta de José Manuel Puebla en la que, bajo el lema “¡Vamos Madrid!”, un esforzado grupo de personas derriba de sus caballos a los virus que cabalgan por las calles de la capital.




         El dibujo está inspirado en el famoso cuadro de Goya, conocido como “El dos de Mayo en Madrid” o “La carga de los mamelucos”, reflejando la sublevación del pueblo aquel día que intentó ser reprimida por esa unidad de caballería napoleónica, dando lugar al enfrentamiento que el pincel de nuestro paisano reflejó con especial dramatismo.
         Pero de lo que, probablemente, el dibujante no se ha percatado es que los madrileños se alzaron al constatar la crisis de autoridad que estaban padeciendo. Capturada la familia real y exiliada forzosa en Francia, la inoperancia de los responsables políticos del momento, cuando no su colaboración con los invasores, provocaron la airada respuesta de los madrileños, seguidos después por toda España.

         Algo similar a lo ocurrido en Buenos Aires, dos años antes, en el transcurso de la invasión inglesa a la ciudad. A partir de ese episodio y de otros similares, nuestro Presidente definió, hace ya algunos años,  las fases por las que atraviesa una situación de crisis cuando los responsables políticos se muestran incapaces de ofrecer una respuesta contundente, alertando de que, en muchos casos, cabe esperar una revuelta ciudadana.



         Especial impacto ha causado esta imagen del Rey Felipe VI que, en la mañana de ayer, visitó el hospital de campaña instalado en el IFEMA de Madrid, acompañado por las Ministras de Defensa y Sanidad, el Alcalde de la capital y otras autoridades.

Lo llamativo es que el monarca llevaba guantes y mascarilla, así como algunos de sus acompañantes. Pero, se trataba de una mascarilla quirúrgica y no de las homologadas como la que lleva el personaje del fondo, señalado con una flecha. Salvo de que se tratara de un gesto intencionado del monarca para encontrarse en igual situación que otras muchas personas que luchan contra el virus, sin la protección más adecuada, ello vendría a demostrar la carencia de medios que se viene denunciando últimamente.




         Pero lo que, en principio, resulta incomprensible es el asunto de los tests rápidos de detección. Tras muchos días sin poder efectuar las necesarias pruebas para conocer el alcance real de la epidemia, el Gobierno anunció la compra de esos tests a la empresa china Shenzhen Bioeasy Biotechnology, pero cuando se han empezado a utilizar ha podido comprobarse que su fiabilidad es inferior al 30%, como ha denunciado la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, que ha recomendado a las autoridades no utilizarlos.
         Un portavoz de la Embajada de la República Popular de China en Madrid, ha tenido que salir al paso con un comunicado en el que afirmaba que el Gobierno español desoyó al Ministerio de Comercio de China, que había ofrecido «una lista de recomendaciones de proveedores clasificados», entre los que no se encontraba Shenzhen Bioeasy Biotechnology, compañía que no cuenta con licencia oficial de la Administración Nacional de Productos Médicos de China para vender sus productos.
         Hay que recordar que la técnica realmente fiable para un diagnóstico correcto es la PCR, pero por su mayor complejidad y la necesidad de personal cualificado se está realizando solo para confirmar casos y no para una evaluación global del número de afectados, algo sumamente necesario para estudiar la evolución de la enfermedad. Por ese motivo, en opinión de los especialistas el número de afectados en España es mucho mayor que los reflejados en los datos que ofrece el Gobierno y ello tiene también su incidencia en la tasa de mortalidad que, lógicamente, tiene que ser menor que la actualmente estimada.

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