Dª.
Elena Aznar Martínez nos ha remitido las imágenes, captadas al atardecer con el
móvil, de dos cigüeñas posadas sobre la “piringotica”. La palabra “piringota”
no aparece en el diccionario de la Real Academia Española ni la hemos visto
recogida en los aragoneses, pero es de uso habitual en determinados lugares
para designar la parte más alta de una cosa.
Aquí se ha llamado así a esa parte del pilar de ladrillo que sobresale de la superficie superior del peñón que llamamos castillo. Desde allí se arrojó al vacío el “tío paragüero” con su paracaídas artesanal con resultado diferente al que esperaba.
Siempre nos hemos
planteado la duda acerca de la razón por la que una obra, expresamente
construida para sustentar la roca, era más elevada que ella y parece razonable
pensar que, adosada al pilar había una estructura ya desaparecida.
Pero,
volviendo a las cigüeñas, Elena se plantea la posibilidad de que construyan
allí un nuevo nido. No creemos que sea ahora el momento adecuado, cuando ya
cercano el momento de emprender el retorno a la tierras del Sur.
Sin
embargo, el que nunca hayan anidado en ese emplazamiento puede obedecer a
diversas razones. Entre ellas, el que, a pesar de la altura, no se encuentra
demasiado elevado respecto a la circulación de personas por la parte superior
del castillo. Ahora acceden hasta allí menos visitantes, dado el peligro que
entraña y las dificultades existentes, pero todavía hay quienes, por diferentes
razones, lo hacen. También es posible que no proporcione la suficiente
seguridad frente a los depredadores y puede que haya otras que los
especialistas conocerán, pero la elección de torres, árboles altos y
emplazamientos similares, obedece fundamentalmente a la necesidad de proteger
el nido y a los cigoñinos.
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