El castillo de Fuensaldaña está situado en la localidad del mismo nombre, a unos seis kilómetros de Valladolid. Aunque su estado de conservación fue siempre relativamente bueno, en el siglo XX fue objeto de diversas intervenciones provocadas por los cambios de uso del monumento.
Edificado
en el siglo XV por D. Alonso Pérez de Vivero que era secretario de Juan II, fue
propiedad de sus descendientes. En él destaca la gran torre del homenaje y,
adosadas a ella las dependencias de la residencia señorial, en torno a un patio
central.
En
el siglo XX era propiedad del Ayuntamiento y, a mediados de esa centuria, la
Dirección General de Bellas Artes llevó a cabo obras de restauración
encaminadas a paliar el deterioro que se observaba en determinadas partes del
mismo.
En
1969, la Diputación de Valladolid, en colaboración con el Ministerio de
Información y Turismo, decidió transformarlo en Parador. Para ello, el
Ayuntamiento cedió la propiedad a la Diputación y, poco después comenzaron las
obras de acondicionamiento.
En
primer lugar se procedió al derribo de los edificios del entorno del castillo y
posteriormente se acometió la construcción de lo que iba a ser el parador, un
edificio de dos plantas en el antiguo patio de armas. En 1977, el parador estaba prácticamente acabado y
equipado. Se habían invertido más de 50 millones de pesetas de la época cuando
se decidió renunciar al proyecto.
Al
abandonarse el proyecto de parador, el castillo fue destinado a actos
culturales hasta que, en 1983, se convirtió en sede provisional de las Cortes
de Castilla y León, lo que obligó a profundas obras de remodelación y a la
creación de un hemiciclo en el patio central, con un lucernario en el centro.
Pero,
en junio de 2007, las Cortes abandonaron el edificio para trasladarse a su sede
definitiva y volvieron a plantearse diversas alternativas para el castillo.
Hubo quien defendía su uso como alojamiento hotelero pero ello requería fuertes
inversiones y, finalmente, se decidió utilizarlo como espacio museístico. Ello
hizo necesarias nuevas obras, aunque se decidió respetar el hemiciclo.
Es
allí donde el visitante inicia su visita a este centro de interpretación de los
castillos, inaugurado hace pocos años, con una proyección en la que se cuenta
la historia de la familia Vivero, propietaria del monumento durante siglos.
Desde
allí se inicia un recorrido por las distintas dependencias de la torre del
homenaje, donde se muestran diversos aspectos de la vida en un castillo y las
maquetas de los más importantes de esa zona. Visitas teatralizadas en ocasiones
que finalizan en la parte superior de la torre contemplando el hermoso panorama
del entorno.
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