Hay molinos que utilizan la energía eólica para mover sus aspas, como el de Tabuenca, y otros se sirven del agua de un río o acequia. No hace mucho dedicamos un artículo a las aceñas de Zamora, situadas en el cauce del Duero. Pero hoy queremos referirnos a los que son impulsados por la fuerza motriz de las mareas, como los que ha visita Guillermo Carranza en su viaje por el litoral cantábrico.
Desde allí nos ha traído imágenes de un
antiguo molino de marea que existe en Ribadeo. Su funcionamiento es sencillo,
el molino está situado sobre una represa en la que, a través de un canal, se
acumula el agua durante la marea ascendente.
Cuando la marea baja, se abren las válvulas
que regulan la salida de agua y se vierte al mar, impulsando la rotación de la
rueda del molino.
En peor estado de conservación se
encuentra el llamado de As Acías (que significa las Aceñas), situado en
Castropol-As Figueiras, al que corresponden estas otras imágenes. Construido en
1747 por D. Sancho Pardos Lanzós y Donlebún, estaba formado por un muro de 40
metros de largo, 3 de espesor y 2 de altura para represar el agua durante la
marea alta. En un extremo del muro se encontraba el molino de planta rectangular.
De la presa y del molino apenas quedan
unos restos que emergen de las aguas, pero, junto con los carteles allí situados,
nos recuerdan la historia de estos ingenios que sirvieron para aprovechar la
fuerza de las mareas, de igual manera que ahora se intenta emplearlas para
producir electricidad.
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