viernes, 1 de marzo de 2024

Importancia de la zona del Cinto de Borja

         Periódicamente surgen noticias acerca de posibles actuaciones en la zona del Cinto de Borja, un espacio que goza de doble protección, por estar incluido dentro del casco histórico, declarado BIC, así como en la Zona Arqueológica con la misma calificación.

         De ahí que, cualquier intervención que se programe debe ir precedida por una previa investigación arqueológica, dada la importancia de lo que, en el pasado, fue el recinto de la alcazaba de Borja, el auténtico castillo.



         Protegida por unas murallas de época islámica, mandadas edificar por Abderramán III, en su interior se encontraba la judería, con el propósito de que sus integrantes quedaran bajo la protección real, a cambio de contribuir al mantenimiento y reparación de esas murallas.

         Allí está documentada la existencia de una sinagoga que, como buena parte de la ciudad, resultó destruida durante la guerra de los Dos Pedros, por lo que tuvo que ser reedificada. También hubo un gran aljibe que se supone enterrado, por lo que, desde hace tiempo, venimos recabando la realización de un minucioso estudio arqueológico.

 


         Que no se trata de una cuestión baladí viene a demostrarlo el hallazgo accidental de una inscripción hebraica al pie de lo que llamamos castillo y muy superficial. El interés del Dr. D. Isidro Aguilera hizo posible la valoración de su importancia y la posterior restauración de la misma, realizada a cargo del Centro de Estudios Borjanos.

 


         Esa inscripción, una de las pocas existentes en Aragón, fue declarada Bien Inventariado por el Gobierno de Aragón y hoy se exhibe, junto con su transcripción, en el Museo Arqueológico.


         Esa circunstancia, unida a la existencia de las tablas de Santa María y de algunos documentos de interés, propició la visita a nuestra ciudad de la Directora del Museo Judío de Nueva York. Pretendía organizar una exposición sobre la imagen del judío en la España medieval, algo similar a lo que ahora se ha llevado a cabo en Madrid y Barcelona. Quiso conocer el Cinto para tratar de la posibilidad de colaborar en la realización de excavaciones arqueológicas en ese lugar, por lo que la acompañamos en el recorrido. Lamentablemente, la visita coincidió con la actuación de una excavadora que estaba removiendo brutalmente la zona para crear lo que se iba a llamar “plaza de las Tres Culturas”, para lo que contaba con autorización municipal. Ver ese desastre y un edificio con apariencia de torre al que se había dado el nombre de sinagoga, fueron impactos suficientes para que la distinguida dama huyera despavorida de nuestra ciudad, sin que nunca volviéramos a saber nada de ella.

 

         Pero el Cinto no solo está vinculado a la comunidad judía de Borja, sino también a la musulmana, pues tras la expulsión de la primera, el Papa Alejandro VI, por un Breve de 29 de marzo de 1493, autorizo el que “los sarracenos pudieran convertir la antigua sinagoga de Borja en mezquita y ampliarla”.  Este hecho hay que situarlo en el marco de las circunstancias sobrevenidas tras la expulsión de los judíos, ya que obligó a trasladar al Cinto a algunos musulmanes para que se hicieran cargo del mantenimiento de las murallas que antes era obligación de los judíos.

         En el Archivo Histórico Municipal de Borja existe una Real Provisión de Fernando el Católico, fechada en Tarazona el 10 de octubre de 1495, por la que se ordena a D. Dionís Coscón, baile y alcaide del castillo en esos momentos, para que adopte las medidas precisas con el fin de que “algunos moros trasladen sus domicilios a las casas que han quedado vacías, tras la expulsión de los judíos, y para que se arregle el muro de la fortaleza en los tramos que estaban derruídos”.

         Por lo tanto, la transformación de la sinagoga en mezquita era un hecho conocido. Pero, el Dr. Aguilera Hernández descubrió otra Real Provisión del Rey Católico, datada en Zaragoza el 7 de septiembre de 1502, en virtud de la cual el alguacil real y el notario Juan Pérez de Requena, procedieron el día 18 de ese mismo mes a cerrar las “dos mezquitas bajas”, clausurando sus puertas con yeso y rejola. El objeto de esta medida era el de destinar sus rentas a la mezquita “del Cinto del castillo”.

         Había, por lo tanto, dos mezquitas en la llamada Morería, una de las cuales debía estar asociada a la calle que lleva ese nombre. De esas mezquitas nunca volvió a hablarse pues algunos años después se produjo la conversión forzosa de los musulmanes.

         Pero, a los datos expuestos, hay que añadir otro muy importante, la existencia de una “capilla real” en el Cinto, el nombramiento de cuyo capellán estaba reservado al monarca. Más tarde, ese capellán se integró en el capítulo de la colegiata. 


         Los numerosos capiteles y fustes de columnas que pueden encontrarse en la zona, algunos de ellos reaprovechados en determinados edificios exigen un cuidadoso estudio, al igual que la muralla que, como muchas otras cosas de Borja, se encuentra completamente abandonada, a pesar de su singularidad.

         En resumen, cualquier actuación en el Cinto que no vaya precedida de una investigación arqueológica no está permitida y si se llevase a cabo, sin cumplir lo establecido, dar lugar a un ilícito penal.




 

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