martes, 3 de marzo de 2020

Hallazgo en el Centro



         Los fondos reunidos en nuestro Centro han adquirido ya tal importancia que, en ocasiones, no es necesario desplazarse a remotos archivos para efectuar sorprendentes hallazgos. Eso es lo que le ocurrió ayer al joven y brillante investigador D. David Cabrejas Sanmartín quien, cuando se encontraba revisando una importante obra del legado Sánchez del Río, encontró en su interior un documento que se apresuró a estudiar.





         Se trata de una hoja, datada el 10 de mayo de 1736 que, en sus caras, da cuenta del contencioso en el que se vio envuelto D. José Franco y el obispo de Albarracín D. Juan Francisco Navarro Salvador y Gilaberte.



         Este prelado, cuyas armas aparecen sobre la portada del Palacio Episcopal de esa ciudad, actual sede de la Fundación Santa María, había nacido en Calatayud en 1684. Es posible que fuera pariente de fray Francisco Salvador Gilaberte, natural de Ambel y General de la Orden de la Merced, con el que a veces se le confunde, como ocurre en la Biblioteca Nacional al reseñar un legajo de cartas suyas que allí se conservan.
         Tras cursar la carrera eclesiástica, se graduó como Doctor en Teología y obtuvo una canonjía en Albarracín, diócesis de la que fue Vicario General y Gobernador por su tío fray Juan Navarro que desempeñaba esa sede y era además Inquisidor General.

         Nombrado obispo en 1723, fue consagrado en la catedral de Albarracín el 18 de abril de 1728. En esa ciudad falleció el 12 de mayo de 1765. Fueron, por lo tanto, 37 años los que estuvo al frente de esa diócesis.




         A él se debe la construcción de la capilla del Pilar en la catedral, recientemente restaurada y, gracias a sus gestiones pudo instalarse en la ciudad un colegio de las Escuelas Pías, hoy reconvertido en hotel.



         Entre las iniciativas emprendidas destaca también la celebración de un sínodo diocesano, en 1735, que fue el origen del conflicto reflejado en el documento encontrado. Porque una de las constituciones sinodales hacía referencia a los diezmos que, sobre los corderos, debían abonar los ganaderos, bajo la pena de excomunión.

         Esta polémica decisión no era la primera que provocó enfrentamientos con las gentes de la zona ya que, en 1690, la comunidad de Albarracín elevó su queja ante el entonces obispo fray Miguel Gerona, por no haber sido convocados representantes suyo al sínodo diocesano, a lo que el obispo respondió que “como prelado de la diócesis podía instituir leyes eclesiásticas en las cuales no debía intervenir seglar alguno, con voz ni puesto, ni menos protestarlas”.



         Pero, en 1735, sí lo hizo D. José Franco que era un rico ganadero de Orihuela del Tremedal, el cual se sintió perjudicado por la decisión que le afectaba respecto al pago del diezmo y pidió al obispo la revocación de esa medida, alegando fundadas razones.




         Pero el obispo, lejos de atender a su solicitud y, tras comprobar que el ganadero no había hecho efectivo el pago del diezmo, ordenó al párroco de Orihuela la publicación del decreto excomunión que se realizó de manera solemne y pública el 24 de junio de 1735, en la iglesia parroquial de San Millán de la Cogolla, única dedicada a este Santo en todo Aragón.
         Esta dura medida no amilanó al ganadero que apeló a la Real Audiencia, donde fue admitida a trámite su petición, logrando que el 3 de septiembre de ese año que la Audiencia, declarándose competente para “preservar y defender a sus vasallos de las violencias”, falló a su favor, confirmando la sentencia tras las alegaciones presentadas por el “venerable Obispo”.
         El hallazgo de D. David Cabrejas nos ha permitido conocer el desarrollo de este enojoso pleito que suponemos terminaría con el levantamiento de la excomunión a este indómito ganadero, miembro de una saga que algunos hacen oriunda de Francia.

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