Ayer
estuvimos en Lituénigo, con ocasión de la celebración de su XIV Feria de
Oficios Perdidos. No conocíamos este acontecimiento y es una lástima porque,
sin duda alguna, merece la pena. Fue una grata mañana en la que, al igual que
numerosas personas llegadas desde diferentes lugares, pudimos recorrer los
diferentes puestos instalados a lo largo de las calles y disfrutar de las
muchas actividades programadas.
Lo
primero que llama la atención en la Feria de Lituénigo es una sensación de
autenticidad. No es una de esas muchas “ferias medievales” en las que “profesionales”
llegados de fuera simulan, durante unas horas, un supuesto mercado de antaño.
Aquí, la mayor parte de los participantes son gentes del lugar que realizan,
con exquisito cuidado, trabajos que, aunque periclitados, da la impresión de
que conocen muy bien. Todo ello, en un ambiente muy agradable en el que podemos
encontrar rincones sorprendentes como el de la imagen superior.
Otra
característica es la de la variedad de oficios que se presentan y todos ellos “en
vivo”. Creemos que es una excelente ocasión para acercarse a ellos y para que
los más jóvenes los conozcan quizás por primera vez. No es fácil ver hilar con
el huso y la rueca; tejer calcetines con cuatro agujas; ver la elaboración del
antiguo jabón; hacer la colada en un terrizo; trabajar a las bolilleras y aderezar
un colchón de lana en apenas unos metros de distancia.
Es
imposible relatar, en el corto espacio de un artículo, la amplia selección de
oficios que pudimos ver. Sin embargo, hemos querido dejar constancia de la
mayor parte de ellos, como el herrero, la elaboración de adobas o el cantero.
Los
productos gastronómicos también ocupaban un lugar destacado. Desde la
elaboración de mermeladas caseras hasta los ricos quesos de la zona, pasando
por la cerveza artesana, en un stand donde, además de probarla, se mostraban
los distintos pasos de su elaboración.
La
elaboración de embutidos se mostraba en todas sus fases, desde el momento de
capolar la carne hasta la preparación de los distintos condimentos que se les añaden.
Estos productos podían ser adquiridos también en una industria artesanal que
existe en la localidad, con productos de gran calidad.
La
miel tuvo también un lugar destacado con varios puestos en los que se podía ver
una colmena actual y los vasos de mimbre, recubiertos de barro, que se
utilizaban antiguamente.
Siguiendo
con los oficios tradicionales, estuvieron presentes el alfarero y los cesteros
que elaboraban sus productos a la vista de todos y, en algunos casos, con las
cestas rebosantes de plantas aromáticas.
Muy
curioso el lugar donde se majaban los juncos y se elaboraban escobizos de brezo,
retama y otros materiales, todo ello en un precioso rincón rodeado de flores.
Pudimos
ver todo preparado para la formación de una carbonera, que se llevó a cabo por
la tarde, así como un molino manual de maíz que los niños pudieron accionar.
No
fue la única actividad en la que los más pequeños pudieron participar. Los
vimos con el tronzador afanados en la dura tarea de cortar un tronco; montando
en el burro del aguador; en los talleres de cerámica y en los juegos
infantiles. Además, en el pórtico de la iglesia se había instalado una escuela
de las antiguas a la que muchos de ellos acudieron vestidos con sus trajes
regionales para escuchar las explicaciones del profesor.
En
uno de los extremos del recorrido había una pequeña granja con pollitos,
conejos y ovejas. En otro lugar, se encontraban los caballos dispuestos para
ser herrados.
A
lo largo de todo el día, varios grupos musicales recorrieron las calles de la
localidad, mientras que el pregonero, con su trompeta, iba anunciando el
comienzo de algunas de las actividades.
Un
día excelente en el que no faltó la recogida de la resina de pino, la siega y
trilla de la mies de una parcela y la posibilidad visitar el Museo del
Labrador, a la que dedicaremos un próximo comentario. En conjunto, por lo
tanto, estamos ante una excelente iniciativa que, sin duda, cuenta con una
perfecta organización y la colaboración de los habitantes del municipio, merced
a lo cual es posible recrear estos antiguos oficios y mantenerlos vivos, aunque
sólo sea en estas ocasiones.
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