En
junio de 2012, publicamos en este blog un artículo en el que planteábamos
nuevas hipótesis en torno a la imagen de la Virgen que se venera en el
Santuario de Misericordia de Borja, bajo la advocación de “Mater Misericordiae”
o Virgen de Misericordia.
Cuestionamos
entonces que esa imagen hubiera aparecido al abrir las zanjas del claustro de
la colegiata, como se señala en una placa con bajorrelieve, de factura moderna.
En nuestra opinión se trata de la antigua titular del retablo mayor de ese
templo que fue reemplazado por el retablo gótico que ahora se puede admirar en
el Museo de la Colegiata.
El
cabildo de la colegial, en fecha posterior a la del supuesto “hallazgo”,
decidió trasladarla a la Muela Alta de Borja, donde se encontraba una ermita
dedicada a Santa Eulalia sobre la que, en 1539, se edificó el primitivo
santuario.
Estaríamos
por lo tanto, ante una imagen de la Virgen sedente con el Niño, de origen medieval,
aunque las sucesivas “restauraciones” la han transformado completamente, aunque
manteniendo el aspecto original.
Atendiendo
al mismo, se planteaba un nuevo interrogante, el relacionado con la advocación
de “Virgen de Misericordia”, dado que no responde a los postulados
iconográficos de la misma.
La
ponencia presentada por la Profª. Dª. María Carmen Lacarra, abrió una nueva
línea de investigación, al hacer alusión a la profusión de retablos encargados
en la segunda mitad del siglo XV, teniendo a la Virgen de Misericordia como
titular.
Porque
la Virgen de Misericordia es representada acogiendo bajo su manto a los que
imploran su protección. Insertamos este ejemplo de la tabla central del retablo
de la ermita de la Virgen de la Carrasca de Blancas (Teruel), hoy en el Museo
de Arte de Cataluña, porque fue realizada por Bonanat Zahortiga, el padre de
los autores del retablo de Santa María de Borja.
Son
muchos los artistas que reprodujeron este tema, como Martín Bernat o Blasco de
Grañén, autor de un retablo para la parroquial de Ainzón que sigue teniendo
como titular, en un retablo posterior, a Ntra. Sra. de Piedad, que es
equivalente a Misericordia.
La
difusión de esta advocación respondía a temor desencadenado por la peste que
tenía también como santos protectores a San Sebastián y San Roque, ambos con
implantación en nuestra ciudad, aunque el segundo por una epidemia posterior
(siglo XVII), así como San Juan Bautista, con fiesta votiva por el mismo
motivo.
El
momento en el que la imagen de la Virgen se traslada a la Muela Alta y el hecho
de servir ese lugar como lugar de aislamiento en diversas epidemias y espacio
de curación, plantea la posibilidad de que el cabildo quisiera colocarlo bajo
la protección de María, bajo una advocación que cobraba fuerza, recurriendo al
procedimiento de “renombrar” una imagen preexistente.
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