Cuando
el otro día dimos a conocer el programa de las próximas Fiestas Patronales de
Borja, en honor de Ntra. Sra. de la Peana, hacíamos referencia al poema que
nuestro amigo y vate popular D. Dimas Lajusticia, había incluido en la última
página del mismo con el título “Sobre el habla de Borja”.
Prometimos
ocuparnos del mismo, dado que es una cuestión recurrente que suscita gran
interés en muchas personas, reflejo del cual es el hecho de que en el archivo
del Centro se conservan varias recopilaciones de vocablos supuestamente
borjanos, algunas muy extensas, e incluso un folleto publicado por otro
conocido poeta, cuya presencia en los programas de fiestas solía ser habitual hace
unos años.
El “argumento”
de la poesía de Dimas Lajusticia constituye una exaltación al “diccionario
borjano”, proponiendo que es preciso mantener “lo que es nuestro, aún sabiendo
que estas voces en la Academia son coces asestadas al idioma”, al mismo tiempo
que invita a todos a anotar las que recuerden pues “de esta forma lograremos
hacer un gran diccionario entre todo el vecindario”.
Este
trabajo ya se ha hecho y se ha propuesto al Centro de Estudios Borjanos que lo
editara, para lo cual hemos recabado la opinión de algunos filólogos
relevantes, encontrándonos con determinados problemas.
El
primero de ellos, es que algunas de esas palabras se encuentran recogidas en el
Diccionario de la Real Academia Española.
Por citar algunos ejemplos, entre las palabras que menciona D. Dimas Lajusticia
en su poesía, están en ese Diccionario, con la misma acepción, las siguientes: rallo,
mardano, furrufalla, pizco, arrechucho, zascandil, batueco, empentón, rabalera,
rolde, aguacibera, andurriales, pelendengue, tejemaneje, potroso y santanica
(en este caso con la terminación “ita” propia del castellano).
Pero,
muchas de las restantes que desde luego no son exclusivas de Borja, aparecen en
diccionarios aragoneses, como el de Rafael Andolz, un sacerdote interesado en
estos temas que visitó varias veces nuestra ciudad, recopilando palabras que
incorporó a esa obra, de la que publicó más de una edición y en la que, en
algunos casos, menciona expresamente a Borja.
Por
ceñirnos a las voces a las que hacía referencia Dimas Lajusticia, en la última
edición incluyó: baldorro, chape, pirigallo
(como perigallo, carramanchón, zarracatralla, guilindon, chandrío, chobo, chiringazo,
pulgaretas, guisopo, ñapa, escarbaculos, rejineta, clajidera, cortapichinas, caguera,
aldraguero y garroso.
No
figuran en el mismo otras palabras como: ziza, pichorrada, pastrón, zauril,
chucha, cirría, alpetriques, y choriceta que, sin embargo, son de uso común en
Aragón y alguna, como “alpetrique” en comunidades vecinas.
Nos
quedan, por lo tanto, de las sugerencias formuladas las siguientes: brocherón, y
golvereta (en realidad voltereta) que podían ser peculiaridades de nuestra
zona, aunque no somos expertos en Filología.
Sí lo
era D. Fernando Lázaro Carreter que, en sus primeros años, publicó un trabajo
titulado El habla de Magallón. Notas para
el estudio del aragonés vulgar, en el que reunió un reducido número de
palabras propias de la localidad de la que procedía y, por lo tanto, también de
la nuestra que aconsejamos consultar.
Más
recientemente, tal como ya comentamos en este blog, apareció A Fabla de Moncayo. Estudio comparativo con
a lengua aragonesa, de Dabi Lahiguera Albericio, en el que enfoca el tema
desde una perspectiva diferente.
Por lo
tanto, a la hora de asumir la encomiable labor de recopilar palabras hay que
disponer de las suficientes referencias para poder constatar si se trata de un “hallazgo”
o de una forma habitual en otras zonas de Aragón. Claro es que eso es tarea de
especialistas en Filología. A ellos se lo encomendamos nosotros y nos
respondieron que era mucho más provechoso consultar los diccionarios y las
obras ya existentes.
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