La
marcha anual para reconocer las cabañas de la Muela Baja de Borja, que viene
impulsando Pedro Domínguez Barrios, ha registrado este año una mayor
concurrencia, dado que el pasado sábado fueron 25 personas las que participaron
en ella, y algunas otras se quedaron con las ganas de hacer este recorrido que
merece la pena.
Se
pudo constatar que las cabañas más deterioradas son las de Cabezo Pilobo, y Los
Agudos, con serias pérdidas en su fábrica. Por el contrario, las mejor
conservadas son las de Fuenteescalera (oculta entre la vegetación) y Bracicos
(la de mayores dimensiones).
Comoquiera que, entre
los participantes, había un arquitecto
técnico, tras una minuciosa observación, se llegó a la conclusión de que están construidas por
dos hojas o muros de piedra: uno interior abovedado, a modo de cúpula, y sobre él
otro exterior, con el mampuesto colocado sensiblemente al contrario, de modo
que haga de vierteaguas, echando el agua al exterior. El espacio entre ambas
hojas es un relleno de argamasa. Esta observación constituye una aportación
interesante sobre la técnica constructiva de estas muestras de la arquitectura
tradicional.
El
almuerzo se realizó en un paraje muy bonito, junto a un abejar del siglo XVIII,
como atestigua la inscripción incisa que figura en uno de sus muros.
Más
tarde, entre las posibles opciones que ofrecía el itinerario, visitaron la
Estanca de Borja y el puente de Vulcafrailes, cuya restauración pretende llevar
a cabo este año el M. I. Ayuntamiento de Borja.
La
marcha terminó en un restaurante de Magallón, disfrutando con una excelente
paella y posteriormente con una competición de guiñote, que prolongó la velada
hasta mediada la tarde.
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