Mientras
numerosos campanarios (alrededor de mil según los medios de comunicación;
muchísimos más según nuestras noticias) hicieron sonar a mediodía de ayer sus
campanas, en una acción concertada con ocasión del Año Europeo del Patrimonio,
las campanas de Borja permanecieron mudas, tras el toque del Ángelus. Tan sólo
nos llegaba el eco lejano de las de Tarazona que sí se sumaron a esta
iniciativa que pretendía resaltar los fundamentos de nuestra propia identidad y
poner de manifiesto la importancia de este Patrimonio.
Aunque
desde hace tiempo intuíamos lo que iba a ocurrir, no por ello dejamos de sentir
una profunda tristeza ante esta falta de sintonía que, por otra parte, ni implicaba
gastos ni mayor molestia que la de dar la orden oportuna.
Por
cierto, las campanas tampoco sonaron en las antiguas comunidades cristianas,
antaño pertenecientes a Roma y de las que procede nuestra Fe, entre otras
razones porque hace cientos de años que las torres se convirtieron en alminares
y sus campanas fundidas o transformadas en lámparas como hizo Almanzor con las
de la catedral compostelana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario