El Dr.
D. Alberto Aguilera Hernández acaba de comunicarnos el nombre de tres
religiosas borjanas que fueron martirizadas en el transcurso de la Guerra Civil
y de las que, sorprendentemente, no teníamos noticia a pesar del rigor con el
que investigamos la identidad de todos los fallecidos en ese triste período de
nuestra historia para dejar constancia de ellos en el Diccionario Biográfico que publicó el Centro de Estudios Borjanos
en 2005, con una ampliación posterior en la que incluimos otras personas que
habíamos omitido.
El
“descubrimiento” ahora realizado por el Dr. Aguilera ha sido posible gracias a
los artículos que el sacerdote D. Jorge López Teulón insertó en su blog, bajo
el título genérico de “Mártires Terciarias Franciscanas de Cubas”. A lo largo
de cinco entregas dio a conocer los nombres de estas religiosas y las
circunstancias de su martirio. De ellos extraemos los datos que hoy difundimos
en este blog.
Fueron
ocho las religiosas del monasterio de Santa María de la Cruz de Cubas de la
Sagra (Madrid) que murieron a consecuencia de la persecución religiosa desatada
en el transcurso de la contienda. Tres de ellas eran de familia borjana. Se
trataba de Sor Rosa del Patrocinio de
San José Domínguez Irache, su hermana Sor
Teresa del Niño Jesús Domínguez Irache y Sor Ángeles Aguarón Tabuenca.
Las
hermanas Domínguez Irache eran hijas de Santos Domínguez Marco y Miguela Irache
Sanjuán, ambos naturales de Borja. Sor Rosa había nacido el 5 de marzo de 1887,
siendo bautizada en la parroquia de Santa María, con los nombres de Nicolasa
Rosa que trocó por el de Rosa del Patrocinio de San José, cuando ingresó en el
convento, donde efectuó su profesión religiosa el 27 de mayo de 1913.
Su
hermana nació el 6 de octubre de 1900 en Sos del Rey Católico, donde estaba
destinado el padre como Guardia Civil. Al ser bautizada le impusieron el nombre
de María del Rosario, adoptando el de Teresa del Niño Jesús al profesar el 19
de mayo de 1928.
Sor
Ángeles Aguarón Tabuenca había nacido en Borja el 8 de diciembre de 1894 y fue
bautizada en la parroquia de San Bartolomé ese mismo día, recibiendo el nombre
de María Concepción. Sus padres eran Marcial Aguarón e Inocencia Tabuenca. Al
morir su padre en 1913 se trasladó a vivir a Tarazona donde estuvo hasta que el
7 de marzo de 1924 ingresó en el convento de Cubas.
De
aquel convento no quedan restos pues fue incendiado y completamente destruido
en 1936. El actual, levantado en el mismo lugar, fue edificado por Regiones
Devastadas al término de la contienda, pudiendo volver las religiosas en 1943,
aunque el templo no fue concluido hasta 1994.
Se
encuentra situado en un lugar próximo al casco urbano, donde en marzo de 1449
se apareció la Virgen a la pequeña pastora Inés Martínez Sánchez, dejando
clavada una cruz que le dio nombre. Allí se levantó primero una pequeña capilla
que más tarde se convirtió en convento por iniciativa del cardenal Cisneros. Pertenecía
a la Tercera Orden de San Francisco y, por lo tanto era un beaterio en el que
se recogían terciarias franciscanas para vivir en comunidad.
Su
historia está especialmente marcada por la figura de la madre Juana de la Cruz
(1481-1534), una mística que tuvo una enorme influencia y que llegó a ser
conocida como la “Santa Juana”, aunque su proceso de beatificación no ha
recibido el impulso definitivo hasta que, recientemente, el Papa Francisco firmó
el decreto por el que se reconocían sus virtudes heroicas como paso previo a su
elevación a los altares.
Nombrada
muy joven abadesa, el convento gozó del favor de los monarcas que le
concedieron numerosos privilegios, que hicieron del mismo uno de los más
importantes de España. De ello nada quedó tras el saqueo de los franceses durante
la Guerra de la Independencia y el incendio de 1936.
Hoy viven allí siete
religiosas que, desde 1974, pasaron a integrarse en la Segunda Orden de San Francisco
y son, por lo tanto, franciscanas clarisas como las de Borja.
En ese
convento se encontraban nuestras religiosas en 1936. En esta fotografía y la publicada
en primer lugar aparece toda la comunidad, poco antes del inicio de la guerra,
a los pies de la Virgen (con la Cruz en la mano), imagen que sería profanada y
quemada después.
En Cubas
tenía un chalet D. Ángel Ossorio y Gallardo, destacado político que había sido
Diputado por Caspe y Ministro durante la monarquía. En 1931 fue elegido Diputado
por Madrid para las Cortes Constituyentes y, en 1936, el Gobierno de la
República lo nombró embajador en Francia. Terminó exiliándose en Argentina, pero
su condición de católico y su relación con las religiosas de Cubas influyeron
para que, con el fin de protegerlas, en la mañana del 31 de julio, enviara a un
delegado de Seguridad para trasladarlas a Madrid, junto con las religiosas del
convento de Griñón que se habían refugiado en el de Cubas.
Escoltadas
por milicianos llegaron ese mismo día a la capital de España, siendo alojadas
en las casas de algunos familiares y amigos. Las tres borjanas y otras cuatro
compañeras fueron acogidas en un piso de la calle Castelló, propiedad de unos
tíos de las hermanas Domínguez Irache.
El 18
de octubre de 1936 un grupo de hombres armados, al mando de Antonio Bermejo, un
policía perteneciente al 2º grupo del puesto nº 28 de las Milicias de Vigilancia
del Círculo Socialista Latina-Inclusa, las detuvo al ser identificado el lugar
de su refugio por alguno de los que habían participado en el traslado.
Fueron
llevadas a la checa instalada en el convento de Santa Susana, situado en la
calle Pablo Heredia, que había sido incautado a las Hermanas de la Caridad del
Sagrado Corazón de Jesús el 20 de julio, para utilizarlo como centro de detención
y tortura. A partir de ese momento no se tuvo noticias de ellas, sin que sus
cuerpos pudieran ser encontrados, desconociéndose los sufrimientos padecidos
durante el tiempo de su permanencia en la checa y el momento de su
fusilamiento. Investigaciones recientes aventuran la posibilidad de que
murieran en la pradera de San Isidro y que sus restos fueran enterrados en una
fosa común de la Sacramental de San Isidro o en el cementerio de la Almudena. Más
tarde fue detenida la Madre María Luisa del Corazón de Jesús, superiora de la
comunidad, a la que habían dado cobijo unos sobrinos. Tenía 73 años y estaba
ciega. Las restante se salvaron al quedar bajo la protección de la Embajada de
Francia que había alquilado el colegio del Sagrado Corazón para albergar a
personas perseguidas, como también hicieron otras embajadas.
Aunque
nuestras paisanas murieron como mártires, sus procesos de beatificación no han
sido incoados, como tampoco los de otras 13 religiosas clarisas, entre ellas
tres del convento de Monzón que se habían refugiado en casa de un familiar en
Peralta de la Sal (Huesca), donde el 2 de octubre de 1936 fueron detenidas por
milicianos que intentaron que apostatasen
y, ante su firmeza, las llevaron a un bosque donde, después de
violarlas, las despeñaron por un barranco, teniendo que rematarlas desde arriba
con tiros de fusil, al haber quedado malheridas.
Conocer
el trágico destino de estas tres religiosas de nuestra ciudad ha constituido,
como hemos señalado, una sorpresa ya que nunca habíamos oído hablar de ellas, a
pesar de que, atendiendo a sus apellidos, tiene que haber todavía familiares en
Borja.
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