El
manuscrito o códice Voynich, que debe su nombre a Wilfrid M. Voynich
(1865-1930), quien lo adquirió en 1912, tras pasar por numerosas manos y,
posteriormente, lo donó a la universidad de Yale, donde actualmente se
conserva, ha fascinado a los especialistas, entre otras razones por sus
curiosas ilustraciones y por estar redactado en una lengua desconocida que,
hasta el momento, ha sido imposible de descifrar, a pesar de los reiterados intentos
para lograrlo, hasta el punto de que algunos consideran que se trata de un
falso idioma, fruto de un divertimento del desconocido autor del mismo. Lo que
sí está demostrado, mediante datación por Carbono 14, es que fue escrito entre
1404 y 1438.
Ahora,
Gerard Cheshire, un investigador de la universidad de Bristol ha anunciado en
la revista Romance Studies el
supuesto descubrimiento de que la lengua utilizada fue un idioma desaparecido
del que derivaron el español, el portugués y el italiano, entre otras. Esta
interpretación ha sido cuestionada por otros muchos expertos que han recordado
el hecho de que, periódicamente, son dadas a conocer las más diversas interpretaciones
sobre este enigmático texto.
Pero, en esta ocasión, el autor del trabajo aunque
no aporta la traducción completa del libro, circunscrita por el momento a
algunas palabras, llega más lejos al afirmar que fue realizado por unas
religiosas dominicas de Ischia (Nápoles) para la reina Dª. María de Castilla,
esposa de Alfonso V de Aragón, que acaba de conquistar ese reino.
En su
opinión, uno de los dibujos del libro representa aspectos relacionados con esa
isla de la bahía de Nápoles, tales como la erupción de un volcán (A) que sorprendió
a sus habitantes y dio lugar a la formación del islote de Vulcanello que, en
1550, se unió a otro también de origen magmático. También está reflejado el
volcán principal de Ischia (B).
El señalado con la letra C correspondería al islote donde actualmente se levanta
la bellísima fortaleza conocida con el nombre de “Castillo de los Aragoneses”.
Lo que nos sorprende es que la D hace referencia supuestamente a la isla de
Lipari, también de origen volcánico pero situada al norte de Sicilia, a unos 144
millas de Nápoles.
Ignoramos
si la interpretación del investigador de Bristol es correcta o si se trata de
una más de las numerosas hipótesis relacionadas con el misterioso manuscrito. Pero
ya que estamos en ese marco irreal de las suposiciones, nos atrevemos a lanzar
una más.
Si el
códice fue regalado a la reina Dª. María, debemos recordar que, abandonada por
su esposo Alfonso V quien, tras la conquista de Nápoles, se entregó a devaneos
amorosos, con varias damas napolitanas, entre las que destacó Lucrezia d’Alagno
(con la que intentó casarse), estableció durante algún tiempo su residencia en
Borja.
La
historia de esta desdichada reina de Aragón está unida a la de nuestra localidad,
a la que favoreció mucho y, probablemente, influyó en la concesión del título
de ciudad. Se conservan documentos relacionados con adquisiciones para la
pequeña corte que aquí tuvo, entre ellas vajilla de Manises y hasta una viola,
como se comentó en el reciente Congreso Internacional de Musicología. De ahí
que nos atrevamos a sugerir, sin ningún fundamento, que el códice Voynich pudo
estar en Borja, sirviendo de entretenimiento a la soberana en esas largas
veladas a la sombra de nuestro castillo. Por soñar...
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