El
Frente de Afirmación Hispanista de México nos ha remitido, en esta ocasión, dos
obras importantes. Una de ellas es la edición crítica de El asno de oro, de Lucio Apuleyo, realizada por el Prof. D.
Francisco José Escobar Borrego, una autoridad en esta y otras materias, a
partir de la edición realizada en Medina del Campo, en 1543, atribuida por
algunos al sevillano Alonso de Fuentes, pero que, en realidad, corresponde a
una versión del arcediano hispalense Diego López de Cortegana a quien
corresponde el mérito de haber publicado en 1513 la primera versión en
castellano de la obra del poeta latino.
En
esta obra destaca el magnífico estudio introductorio que inserta, con referencia
a las distintas traducciones europeas del Asinus aureus, a la figura de López de
Cortegana y su supuesta inclusión en el círculo de los seguidores de Erasmo,
así como a la polémica sobre la atribución a Alonso de Fuentes de la edición
que comentamos. El interés de la obra de Apuleyo se ve acrecentado por las
notas complementarias, el aparato crítico y las variantes textuales que el
Prof. Escobar Borrego analiza en su excelente versión.
Otra
obra digna de ser destacada es la edición facsimilar de la Miscelánea austral del escritor ecijano Diego de Ávalos y Figueroa,
a cargo de la investigadora boliviana Laura Paz Rescala, a partir de un
ejemplar de la edición de 1602 que se conserva en la biblioteca John Carter
Brown (Providence, Rhode Island), de la que se conservan otros cinco ejemplares,
dos de ellos en la Biblioteca Nacional de España. En las 652 páginas de esta
obra se incluye un amplio estudio introductorio de 138 páginas, acompañado por
índice onomástico de esa introducción y otro topográfico de primeros versos.
El
Rolde de Estudios Aragoneses nos ha remitido la obra Los espacios verdes en la Zaragoza del siglo XIX. Patrimonio de ayer y
de hoy, de la que es autora la historiadora del Arte Dª. Laura Ruiz
Cantera, publicada con el nº 65 de sus “Cuadernos de Cultura Aragonesa”. En
ella nos ofrece un apasionante recorrido por los espacios verdes creados en la
capital aragonesa durante el siglo XIX, en el marco de las nuevas tendencias de
jardinería urbana, muchos de los cuales han llegado hasta nosotros,
constituyendo un conjunto patrimonial que pasa desapercibido a los ojos de
muchos ciudadano y sobre el que la autora pretende llamar la atención.
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