Hoy
celebra la Iglesia la festividad de San Francisco de Borja que, en la ciudad de
la que procede su apellido, actualmente pasa desapercibida, a pesar de que en
la iglesia de San Bartolomé se venera su imagen y se conserva una reliquia que
tanto empeño se puso en lograr. Hay que recordar que también da nombre al
principal parque.
Nosotros
queremos recordarlo con las fotografías de la visita efectuada por Enrique
Lacleta al palacio en el que nació en Gandía, ciudad que lo tiene por Patrón,
coincidiendo con las fiestas celebradas en su honor, del 27 al 30 del pasado
mes de septiembre.
Por
ese motivo, el edificio se encontraba engalanado, aunque pudieron recorrer sus
estancias que, en su estado actual, son fruto de las sucesivas reformas a las
que fue sometido, especialmente por las llevadas a cabo por la Compañía de
Jesús, cuando lo adquirió en pública subasta, en 1890, cuando se encontraba
prácticamente en ruina. De ahí, que su aspecto responde a una recreación
realizada, con más o menos acierto, de lo que pudo ser en su origen.
Bajo
la escalera principal que, como en este tipo de edificios, se abre al patio de
armas, se encuentra la representación de las armas completas de la familia,
realizada en cerámica policromada.
La
primera estancia que se visita es el llamado “Salón de las Coronas”, por las
dobles coronas ducales que decoran el artesonado del mismo. Este era la gran
sala en la que los duques recibían a sus visitantes y está presidida por un
gran retrato de San Francisco.
El
retrato, al igual que las telas pintadas en las que se representan diversas
escenas de la vida del Santo, es obra del hermano jesuita Martín Coronas del
que, en la colegiata de Santa María de Borja, se conserva un lienzo que
representa a otro Santo de la Compañía de Jesús, San Luis Gonzaga.
Desde
el salón se accede al antiguo despacho de San Francisco que fue transformado en
capilla. Destaca en ella la bóveda con estrellas doradas sobre fondo
intensamente azul. También fue decorada por el hermano Martín Coronas.
Junto
a ella se ha recreado la modesta celda en la que se recluyó el todavía duque de
Gandía cuando aún no se había hecho público su ingreso en la Compañía de Jesús.
Sobre una mesa se muestra la mascarilla mortuoria del Santo, con su rostro
afilado, tras años de penitencia, muy diferente del aspecto orondo que tenía
anteriormente.
En
realidad, en el espacio que ocupaba la verdadera celda se construyó la
denominada “Santa Capilla” que conserva el pavimento del siglo XIV y cuyas
paredes están decoradas con grisallas, obra de Filippp Paolo de San Leocadio.
El
recorrido continúa por la galería de las cerámicas que se abre por unos
ventanales al patio de armas y, en cuyas paredes, se muestran restos de la
azulejería original del palacio, recuperados durante las obras de readaptación.
La
llamada “Cámara de la duquesa” es una recreación artificial del espacio en el
que nació San Francisco. Allí pueden verse, algunos de los testimonios más
antiguos relacionados con el Santo, como un cojín con sus armas y una casulla.
La
siguiente estancia es el “Salón de las Águilas” que toma su nombre de las que
decoran el friso que recorre su parte superior. Construido a finales del siglo
XVII, era conocido con el nombre de “Sala de San Miguel”.
Tras
atravesar el comedor, se llega al “Salón Verde” donde, entre otras cosas se
puede ver la antigua cama en la que nación el Santo y algunos documentos con su
firma.
El “Salón
Dorado” es un gran espacio, dividido en varios tramos y ricamente decorado, que
fue mandado construir en 1671, tras la canonización de San Francisco, por el X
duque de Gandía que lo utilizaba para las fiestas que organizaba.
El
recorrido finaliza en la terraza superior, desde la que pueden contemplarse los
tejadillos que protegen los vanos de la fachada y la decoración de la misma,
con motivos vegetales esgrafiados.
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