sábado, 8 de febrero de 2020

Fray Julián Garcés no era de Borja ni de Munébrega, sino de Ágreda


         Fray Julián Garcés fue un personaje histórico de singular importancia, dado que fue el primer obispo del continente americano. Tras iniciar su formación humanística en la Universidad de Salamanca, tomó el hábito dominico en el convento de San Esteban de esa ciudad, el 25 de marzo de 1487.
            En 1497, pasó al convento de Zaragoza y, en 1504, obtuvo la cátedra de Filosofía Moral de la Universidad de Valencia. Al margen de su actividad académica, destacó como brillante orador, por lo que Carlos V lo nombró predicador real. También fue confesor del obispo de Burgos, D. Juan Rodríguez de Fonseca, que ocupaba el puesto de Presidente del Consejo de Indias. Ello fue determinante para que, el 6 de septiembre de 1519, el monarca lo presentara al Papa León X para ser nombrado obispo de la “isla Carolina”.
            Las circunstancias de la propuesta para esta sede que llegaría a ser la primera creada en el continente americano son muy curiosas. En 1517 había llegado la noticia del descubrimiento de la península del Yucatán, a la que se tomó por una isla. Cuando aún no se tenía conocimiento de la llegada de Cortés a México, se decidió crear allí un obispado, dando el nombre de “Carolense”, en honor al emperador.

            La rápida sucesión de los acontecimientos y la imprecisión a la hora de fijar los límites de esa sede, aconsejaron posponer esa decisión aunque fray Julián siguió siendo considerado el candidato ideal para desempeñar ese cometido en el lugar que, más tarde, se decidiera.

Tuvieron que pasar ocho años para que, en 1527, el Papa Clemente VII erigiera la sede de Tlaxcala, honor con el que se quiso recompensar a sus habitantes por su lealtad en la conquista del imperio mexica. En esta ocasión, Carlos V volvió a proponer el nombre de fray Julián Garcés para ser el primer obispo, a pesar de que ya contaba con una edad muy avanzada para la época. Suele afirmarse que tenía más de 70 años cuando embarcó con destino a su remoto obispado, del que tomó posesión el 9 de noviembre de 1529. Sin embargo, es muy probable que su edad fuera menor, alrededor de 57 años, por las razones que más adelante comentaremos. Inicialmente, ubicó su catedral en el convento que los franciscanos tenían en la ciudad de Tlaxcala y, a pesar de su edad, comenzó a desarrollar una ingente labor. Muy pronto se percató de la conveniencia de fundar una nueva ciudad, poblada por españoles.



Según una bonita leyenda, fray Julián tuvo un sueño en las vísperas de San Miguel, en el que se veía caminando en busca del lugar más adecuado para su propósito, hasta llegar a un hermoso valle, regado por tres ríos, que era iluminado por una brillante luz y sobre el que descendían los ángeles.  Al despertar, mandó buscar el paraje soñado que fue identificado con el valle de Cuetlaxcuapan. Allí comenzó a construirse la ciudad de La Puebla de los Ángeles, que cruzan los ríos Almoloya, Alseseca y Atoyac, donde terminó siendo trasladada la sede del obispado en 1539 y confirmada el 6 de junio de 1543. En recuerdo de su origen, lleva en sus armas una ciudad de oro con cinco torres sobre campo de sinople y un río en azur, sostenida por dos ángeles de plata, junto con las letras H y V, que hacen referencia a Carlos V. En torno al mismo se dispone la leyenda que traducida del latín dice: “Dios ordenó a sus ángeles que te guarden en todos tus caminos”.




         Allí murió fray Julián, siendo enterrado en el convento dominico que había fundado pero, posteriormente, sus restos fueron trasladados a la magnífica catedral, consagrada por el beato Juan de Palafox, en cuya fachada tiene dedicada una lápida recordando que fue el primer prelado de esa sede y que ha pasado a la historia porque, en 1533, envió al Papa Paulo III, defendiendo los derechos de los indios. Fue un documento fundamental que influyó en el ánimo del Pontífice para que, cuatro años después, promulgara la bula Sublimis Deus, considerada la Carta Magna de los derechos de los indígenas.




Con motivo del V Centenario del Descubrimiento, el 28 de junio de 1992, el Ateneo de Zaragoza y el Centro de Estudios Borjanos organizaron un acto de homenaje a Fray Julián Garcés y a D. Juan de Coloma. El acto tuvo lugar en el Auditorio de Santo Domingo, con la participación del entonces Presidente del Centro de Estudios Borjanos, D. Victorino Gracia Salas; D. Pedro Sancristóbal y Murúa, en aquellos momentos Director General de Acción Cultural del Gobierno de Aragón; D. Pablo Tejadas Ruiz, concejal del M. I. Ayuntamiento de Borja; y D. Fernando Solsona Motrel, Presidente del Ateneo de Zaragoza. Seguidamente, fue descubierta una placa conmemorativa en la fachada del antiguo templo. El homenaje venía motivado por el hecho de que los autores dominicos consideraban a fray Julián Garcés nacido en Borja. Se basaban para ello en el hecho, perfectamente documentado, de que, en el desaparecido convento de dominicos de Zaragoza, existía un retrato suyo en el que se hacía constar “El Ilmo. y Venerable Señor Dn. Fr. Julián Garcés, natural de Borja…”. La falta de pruebas documentales hizo que, en la citada lápida, no hiciéramos alusión a su supuesto nacimiento en Borja.



         Pero hay otra localidad zaragozana, Munébrega, que ha venido considerando a fray Julián como hijo de la misma. Para ello se basaban en que su padre Ximén o Gimén Garcés había nacido allí, donde tiene dedicada una calle. Aunque, como nacido en Munébrega ha venido apareciendo en algunas obras de divulgación, su origen siempre ha sido cuestionado, hasta el punto de que el Diccionario de la Real Academia de la Historia, cita como probables lugares de nacimiento a Borja o Munébrega, lo cual no ha sido obstáculo para que esta última localidad llegara a hermanarse con Tlaxcala, la sede americana de nuestro obispo, aunque muy pronto la trasladara Puebla.

         Inesperadamente, la cuestión ha experimentado un cambio radical, como consecuencia de las investigaciones realizadas por D. Raúl Utrilla Muñoz, cuya primera parte aparece en el último número de la revista del Centro de Estudios de la Tierra de Ágreda y el Moncayo soriano.



         En esta revista, muy bien editada, que ha alcanzado ya su número 13, aparece entre otros muchos artículos de interés el que lleva por título “Fray Julián Garcés de los Fayos y González de Castejón, natural de Ágreda, primer obispo novohispano e inspirador de la Bula Sublimi Deus".




         En él, D. Raúl Utrilla, tras hacer referencia a la cuestión de su posible nacimiento en Borja o Munébrega, aporta por vez primera documentación en la que se menciona con claridad que había nacido en Ágreda. La más importante corresponde a las pruebas para ingresar en la Orden de Santiago de D. Santiago García de Albornoz Acuña y Legazpi, nieto del conquistador de las islas Filipinas, Miguel López de Legazpi, y de Isabel Garcés y González de Castejón, con la que había contraído matrimonio en la ciudad de México. En ellas, todos los testigos aportan datos relevantes sobre la familia.
         A través de esas informaciones se sabe que la citada Isabel Garcés, acompañó a Fray Julián en su viaje al Nuevo Mundo. Aunque para algunos era hermana del prelado, lo más probable era que fuera sobrina, dada la diferencia de edad.
         Cita también las actas de los capítulos provinciales de la Orden de Santo Domingo en Salamanca en las que se menciona a “Fray Julianum de Ágreda” que identifica con fray Julián Garcés.
         La hipótesis de su nacimiento en Ágreda ya había sido apuntada por otros autores como D. Manuel Peña García, planteándola como un interrogante o, con mayor contundencia por el Dr. D. Jorge Manuel Ayala, Profesor de la universidad de Zaragoza, pero los nuevos datos de D. Raúl Utrilla tienen un enorme interés que va a obligar a revisar las biografías del ilustre obispo, quedando a la espera de la segunda entrega de su trabajo.

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