jueves, 20 de febrero de 2020

Más sobre el peligro de los toros de Ripamilán


         No cabe duda que la historia de la ganadería ejeana de Ripamilán nos ha interesado y, recientemente, nos ocupamos de la trágica muerte de su propietario y, anteriormente, de los percances que sus toros ocasionaron.

         Era un ganado difícil de lidiar y con atisbos de mansedumbre, como lo demuestran los hechos que hoy vamos a relatar, acaecidos con ocasión de una corrida celebrada en el coso de la Misericordia de Zaragoza, en abril de 1885, compartiendo cartel los diestros José Sánchez del Campo “Cara Ancha” y Juan Ruiz “Lagartija”.



         “Cara Ancha” había nacido en Algeciras el 8 de mayo de 1848 y era pintor, profesión que abandonó para dedicarse al mundo de los toros, en el que triunfó hasta el punto de que, según José María Cossío, sólo su coincidencia en el tiempo con otros destacados toreros propició el que no llegará a ser considerado la principal figura de su época. Había tomado la alternativa el 24 de septiembre de 1874 y se cortó la coleta en la plaza de Sevilla en 1894. A lo largo de su carrera sufrió numerosas corridas y fue un experto en la suerte de matar recibiendo. Falleció en Aznalcázar en 1925.




         Juan Ruiz “Lagartija” era natural de Murcia donde nació el 2 de enero de 1855. Comenzó a trabajar como armero, antes de iniciar su carrera taurina. Tomó la alternativa en Valencia el 14 de septiembre de 1878 y la confirmó en Madrid al año siguiente. Toreó muchos años en plazas españolas y americanas hasta que, el 25 de julio de 1896, al intentar descabellar un toro Montesino, en la plaza de Valladolid, se produjo una herida con el estoque en el dedo pulgar. Lo que parecía un percance sin importancia se complicó con una infección, y estuvieron a punto de tener que cortarle el brazo. Pudo salvarlo, pero quedó imposibilitado. Falleció en Murcia el 16 de diciembre de 1926.



         Es recordado por haber sido el único torero que dio muerte a un toro en París, donde con ocasión de la Exposición Internacional de 1889 se había instalado una plaza en la que se celebraron corridas, con la prohibición expresa de consumar la suerte suprema que debía ser simulada. Pero, el día que toreó “Lagartija” asistió al festejo la reina Isabel II, exiliada en la capital francesa y, según relataba el propio torero, la soberana le hizo un gesto que interpretó como señal de aquiescencia para que lo matara, cosa que hizo con gran acierto, dando lugar a un escándalo que se saldó con su detención, librándose de las consecuencias por intercesión de la propia reina.




         Volviendo a la corrida de Zaragoza, según relató El Diario de Avisos, se inició con mal pie, dado que la víspera de la misma, uno de los toros corneó al pastor de la ganadería Vicente Villa Berges, de 40 años y natural de Ejea, ocasionándole tres heridas, una incisa en la región glútea izquierda de nueve centímetros de profundidad y dos contusas en la región parietal derecha, provocadas al caer desde tres metros de altura. Como consecuencia del percance falleció en el hospital a done había sido trasladado.
         El suceso acaeció en la venta de Tetuán, donde se guardaban los toros, momentos antes de trasladarlos a la plaza. La res que le corneó, que figuraba como sobrero, era bien conocida por los pastores hasta el punto de que fue llevada desde Ejea, separada del resto del ganado, arropada por tres cabestros.
         La noticia se conoció poco antes de iniciarse la corrida, a pesar de lo cual se celebró. El primer toro alcanzó a un hermano de “Cara Ancha” que actuaba como banderillero en su cuadrilla, provocándole tres heridas graves.
         El segundo toro saltó la barrera más de veinte veces y el sexto alcanzó a “Lagartija” al entrar a matar, arrojándole al tendido donde quedó inconsciente. De los cuatro picadores, tres tuvieron que ser conducidos a la enfermería y, en el ruedo, quedaron muertos nada menos que once caballos, que entonces no utilizaban el actual peto protector.

No hay comentarios:

Publicar un comentario