Cuando hace unos días dedicamos una entrada a la leyenda del tesoro de los Bécquer encontrado en Veruela, D. Javier Bona nos insertó la primera página de la revista Alrededor del mundo, donde ya se daba noticia de ese supuesto tesoro.
La revista había sido fundada por Manuel
Alhama Montes, que firmaba con el seudónimo de “Wanderer” en 1899. Tenía una
periodicidad semanal y el que incluyera fotografías y un contenido muy variado,
le hizo alcanzar gran popularidad, llegando a publicarse hasta 1930, sobreviviendo
a su fundador.
Manuel Alhama
fue escritor y periodista, procediendo de una familia establecida en Guadix. Su
padre, D. José Alhama era masón y republicano, llegando a ser concejal de
Granada, ciudad en la que ejercía como sombrerero. Pero, además, pertenecía a
la Iglesia Evangélica, al igual que su hermano, lo que les ocasionó serios
problemas e incluso una condena de ocho años de prisión por apostasía pública.
Wanderer visitó
con frecuencia nuestra zona, dedicando artículos a Borja, solar de la familia
del mismo nombre, al arco islámico de Maleján, gracias a lo cual conocemos cómo
era y, al monasterio de Veruela, del que publicó el reportaje que nos ocupa en
el tercer número de la revista, que tenemos en el archivo del Centro.
En el
monasterio estuvo ocho días, en busca de huellas de los hermanos Bécquer,
siendo acogido por los jesuitas que ya se había establecido en el antiguo cenobio
cisterciense.
Aunque sus resultados
“fueron difíciles y de no mucho fruto”, porque las gentes que habían conocido a
los hermanos eran ya mayores y “la edad había desgastado la memoria”, aportaba
datos interesantes.
Entre ellos las
grandes dificultades económicas por las que atravesaban. Valeriano se dedicaba
a pintar “cuando tenía dinero para comprar colores”. Una obra suya pudo verla en
Borja, en casa de un anciano sacerdote, que había sido su amigo y antes estuvo
destinado en Veruela. Wanderer afirma que el retrato de ese sacerdote era la
mejor obra del pintor. No sabemos el destino final de ese retrato, ni la identidad
del sacerdote.
En el artículo
menciona también el descubrimiento, por parte de los Bécquer, en las cercanías de
Veruela, de “una bóveda secreta en la que había bastantes objetos de valor
artístico e histórico”. Según Wanderer, el poeta estuvo soñando toda su vida
con aquel tesoro, intentando hacerse con él, pero su prematura muerte frustró
su propósito.
La entrada estaba
cubierta con una gran piedra y el autor del artículo afirma que la localizó,
aunque por el escombro acumulado sobre ella, no pudo abrir la cueva. Todo ello
alimentó la leyenda de ese supuesto tesoro que ha llegado hasta nuestros días.
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